Descubre cómo funciona un microondas gracias a esta explicación
¿Alguna vez te preguntaste cómo el microondas calienta tus alimentos en cuestión de segundos? Con los años se convirtió en uno de los electrodomésticos más populares y eficientes para cocinar nuestra comida, ¡y su descubrimiento fue gracias a un turron!
El microondas es uno de los electrodomésticos más utilizados en la cocina moderna. Su capacidad para calentar alimentos en cuestión de segundos es un gran avance en la tecnología culinaria, pero ¿cómo funciona realmente? Con mucha física, por supuesto.
El corazón de un microondas es un magnetrón, un dispositivo que convierte la energía eléctrica en ondas electromagnéticas de alta frecuencia que, mediante una antena, se dirigen al interior del horno. Y como era de esperar, estas ondas electromagnéticas están en el rango de frecuencia de las microondas, una longitud de onda más corta que la luz visible. Como se puede observar, el nombre de esta herramienta no fue muy creativo.
Cuando las microondas penetran en el alimento y entran en contacto con los átomos, la energía hace que las moléculas vibren y giren rápidamente, generando fricción entre ellas y emitiendo calor. Sin embargo, los alimentos con formas irregulares pueden calentarse de manera desigual en el microondas, lo que puede provocar que algunas partes del alimento estén demasiado calientes y otras frías. Por eso, algunos de estos electrodomésticos tienen una bandeja giratoria que asegura que las ondas ingresen por igual en todo el alimento y lo calienten de manera uniforme.
La eficiencia depende del alimento, ya que no todas las sustancias reaccionan por igual en el microondas. Esto se debe a que este tipo de ondas interactúan principalmente a las moléculas polares, como las de agua o grasa. Entonces, un alimento que contenga gran cantidad de líquido, va a aumentar su temperatura mucho más rápido y uniforme que el que no las tenga. Y lo más importante de todo es que los microondas no son ionizantes y no cambian la estructura molecular de los alimentos, por lo que no los hacen radioactivos ni peligrosos para la salud.
Horno convencional vs horno microondas
Un horno convencional también usa radiación para cocinar o calentar alimentos, pero en lugar de microondas, los hornos usan ondas infrarrojas de mayor energía. Podemos sentir los efectos de la radiación infrarroja cuando sentimos el calor de un calentador, una estufa o cuando estamos parados afuera bajo la luz del sol.
Los hornos también usan la conducción (transferencia directa de calor, por ejemplo, desde la bandeja para hornear a la comida) y la convección (corrientes de aire caliente que suben y bajan en la cavidad del horno). Por eso, al comenzar a cocinar, la primera parte de la energía es usada para calentar toda la cavidad y luego transfiere el calor desde afuera hacia adentro del alimento.
Este no es el caso con el microondas, ya que solo calienta la comida. A diferencia de los hornos convencionales, que calientan los alimentos desde el exterior hacia el interior, el microondas calienta una capa de los alimentos de manera más uniforme y transfiere el calor al resto de la comida por conducción. Esto brinda una ventaja extra en el tiempo de cocción, que es significativamente menor en comparación con los hornos convencionales, lo que reduce el tiempo de cocción en un 30-50%.
El turrón que lo cambió todo
Muchos de los grandes descubrimientos de la humanidad fueron de casualidad. Y el microondas no es una excepción. En el año 1945, el ingeniero Percy Spencer realizaba experimentos con el magnetrón en su laboratorio. No buscaba calentar comida, sino que lo usaba en un radar para detectar remotamente tanques y maquinaria de guerra.
Pero accidentalmente, se colocó durante unos minutos delante de la señal, y por una de esas casualidades, en su bolsillo había una barra de turrón de maní. Cuando lo quitó, notó que estaba completamente derretida. Para comprobar que eso no se debió a su calor corporal, Spencer decidió probar su hipótesis con un huevo crudo y unos granos de maíz. Los expuso a los rayos del magnetrón y ¡Eureka!, el huevo le explotó en la cara y los granos se convirtieron en palomitas de maíz (pochoclo).
Al poco tiempo, el ingeniero fabricó, bajo la patente de la marca Raytheon Company, el primer horno de microondas, bautizado como 1161 Radarange. Pero su costo era demasiado elevado y su tamaño muy incómodo: pesaba 340 kilos, tenía una altura aproximada de 1.70 metros y costaba US$5.000 (lo que sería equivalente a alrededor de US$50.000 actuales). Recién en 1967, la empresa Amana logró disminuir el costo de manufactura y reducir el tamaño de la tecnología necesaria para su funcionamiento, y fue así como apareció el microondas que conocemos en la actualidad.