Dodo: el ave que no era ni mitológica, ni tonta, ni lerda como creíamos
El dodo, un ave velozmente extinguida y que se ha convertido en un símbolo del ecologismo al personificar el potencial destructivo de la humanidad, era diferente a lo que creíamos.
En una de las salas del Museo de Historia Natural de Londres, se encuentra una pintura que retrata a un pájaro de gran tamaño que luce un pico ganchudo, cuello curvo y una constitución robusta en la que se destacan la cola, un par de patas cortas y robustas y especialmente sus diminutas alas. Todo esto nos sugiere que esa ave, que podría bien ser un ave mitológica, no podría volar con esa contextura.
El lienzo pintado en 1626 por el neerlandés Roelandt Savery, es la imagen más famosa del dodo –Raphus cucullatus-. Esta pintura forjó (y forzó) durante siglos la idea que teníamos de este pájaro extinto y con la cual, Richard Owen, biólogo, paleontólogo y anatomista comparativo inglés, utilizó para reconstruir la fisionomía del ave. Owen, primer superintendente del museo londinense, se guió por el retrato de Savery para ensamblar los huesos de dodo que se habían conservado. Casi dos siglos después de que se avistara el último ejemplar vivo a mediados del siglo XVII, Owen dio a conocer su trabajo.
La imagen del dodo se popularizó con esas características, las que fueron replicadas en numerosas ilustraciones. Sin embargo, la consolidación del mito del dodo llegó de la mano de Lewis Carroll (Charles Lutwidge Dogson) cuando decidió darle un papel –y con ello, consolidar el mito de la especie- en su obra Alicia en el país de las maravillas, de 1865. Se cree que el dodo, una caricatura de Dogson, eligió a este animal particular para representarse a sí mismo debido a su tartamudez, por lo que le representaría accidentalmente como “Do-do-dogson”.
Reconstruyendo el pasado
Investigadores de la Universidad de Southampton, del Museo de Historia Natural (NHM) y del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, han llevado a cabo la revisión más exhaustiva de la taxonomía del dodo, al revisar de manera meticulosa alrededor de 400 años de literatura científica para asegurar que esta ave esté correctamente clasificada.
Uno de los autores del artículo, publicado recientemente en el Zoological Journal of the Linnean Society, el Dr. Neil Gostling de la Universidad de Southampton, destaca que el dodo fue el primer ser vivo que se registró como presente para luego extinguirse rápidamente, demostrando por primera vez el potencial destructivo de la humanidad, ya que antes de este hecho no se pensaba que los seres humanos pudieran influir en la “creación de Dios” de tal manera.
Como la extinción del dodo ocurrió antes de establecerse los principios y sistemas científicos que se utilizan para etiquetar y clasificar una especie (nomenclatura zoológica), la ciencia no había tenido la oportunidad de entender lo que estábamos observando. Sólo relatos de viajeros, representaciones artísticas y algunos restos sirvieron para hacernos una idea de cómo era la criatura que se creyó imaginaria.
Palomas terrestres gigantes
Aunque equivocados, el arduo trabajo de los científicos de la era victoriana demostró que el dodo no era un ave mitológica, sino que podría ser considerado una paloma terrestre gigante.
Sin embargo, con los elementos de entonces, no hubo acuerdo sobre cuántas especies de dodo habían existido. Para poder echar luz sobre este asunto, los investigadores revisaron toda la literatura sobre el dodo y el solitario de Rodríguez (Pezophaps solitaria), conocido como dodo de Rodrigues o dodo blanco, otra especie extinta de ave endémica de la isla Rodrigues en Mauricio. Para ello analizaron cientos de relatos que datan de 1598, y visitaron especímenes en todo el Reino Unido, incluido el único tejido blando sobreviviente del dodo en el Museo de Oxford.
A través de este trabajo, los investigadores pudieron confirmar que ambas aves eran miembros de la familia colúmbida (palomas y tórtolas). Desde la perspectiva de la conservación, la pérdida del dodo y del Solitario unas pocas décadas después significa que se perdió una rama única del árbol familiar de las palomas, ya que no hay otras aves vivas hoy en día, como estas dos especies de palomas terrestres gigantes.
Ni tonto, ni lento
Los investigadores han concluido que que la idea popular del dodo como un animal gordo y lento, predestinado a la extinción, es errónea. Los pocos relatos escritos sobre dodos vivos dicen que era un animal que se movía rápidamente y que amaba el bosque.
Las evidencias óseas que se disponen, sugieren casi con certeza que el dodo era un animal muy activo y muy rápido, perfectamente adaptado a su entorno. Pero como en las islas en las que vivían no tenían depredadores mamíferos, con la llegada de los humanos (y de gatos, cerdos, ratas y perros), el dodo y el Solitario se encontraron con un final anunciado.
Este estudio marca el comienzo de un proyecto más amplio para entender la verdadera naturaleza de esta famosa ave extinta. De acuerdo con los investigadores, entender el pasado podría ayudar a salvar a las aves en peligro de extinción hoy en día.
Es que los dodos ocupaban un lugar integral en sus ecosistemas en Mauricio, y si se entiende esa influencia, se podría recuperar el ecosistema en la isla y remediar el daño que causaron los humanos hace más de 400 años.
Referencia de la noticia:
Rethinking the Dodo