¿Duele más o es cosa tuya? Un estudio muestra cómo “estar avisado” del dolor puede amplificar esa sensación

¿Te duele porque duele o porque te dijeron que iba a doler? Un estudio sugiere que las palabras usadas antes del tratamiento pueden hacer que un pinchazo insignificante se sienta como una tortura.

dolor, percepción
¿Te duele porque duele o porque te dijeron que iba a doler?

Imaginemos esta escena: estás en el sillón del dentista, y justo antes de que empiece, el profesional dice "Esto puede doler un poco". ¿Realmente está ayudando al paciente con estas palabras?

Un estudio reciente liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) comprobó que las palabras que usamos para describir sensaciones influyen en la intensidad del dolor que percibimos.

El experimento, publicado en Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics, mostró que decirle a alguien que algo "va a doler", en vez de “vas a sentir presión”, provoca un aumento en la percepción del dolor ante un mismo estímulo. Y no es solo la sensación subjetiva: la dilatación de las pupilas y las reacciones fisiológicas asociadas al dolor también es mayor cuando se menciona la palabra temida.

Ante la misma intensidad de presión o palpación los pacientes percibían más dolor cuando se les decía que el tratamiento era doloroso

Laura Jiménez Ortega, investigadora de la Facultad de Odontología de la UCM, destacó que este hallazgo podría transformar la forma en que se abordan tratamientos en rehabilitación, odontología e incluso cuidados paliativos. "Las expectativas influyen profundamente en cómo percibimos el dolor", explicó. Entonces, no es solo cuestión de técnica médica; la narrativa importa.

Así que, querido lector, la próxima vez que escuches a tu médico decir "solo vas a sentir un poco de presión", agradecé ese pequeño gesto lingüístico.

¿Cómo lo descubrieron?

El experimento no fue tan tortuoso como parece. A los participantes se les aplicó presión en el músculo masetero (sí, ese que usamos para masticar) en dos condiciones: primero, mientras veían un video que les advertía que sentirían "dolor" y, luego, otro que hablaba de "presión". La intensidad era siempre la misma, ajustada apenas un 10 % por encima del umbral de dolor personal de cada participante.

presion, dolor
El estudio sugiere usar la palabra presión en vez de dolor

Los resultados confirmaron la sospecha: bajo la "expectativa de dolor", la sensación reportada fue significativamente más alta. Además, la pupilometría (medición de la dilatación pupilar) reveló que las pupilas se dilataban más incluso antes de la estimulación, como si ya estuvieran anticipando el sufrimiento.

Este descubrimiento no es solo interesante; tiene aplicaciones prácticas. Según los investigadores, cambiar la forma en que se describen los procedimientos podría mejorar la experiencia del paciente y reducir su percepción del dolor. También abre la puerta a utilizar la pupilometría como herramienta para evaluar objetivamente la experiencia dolorosa en el ámbito clínico.

Durante el manejo del paciente se debe prestar especial atención a la forma en que se dan las instrucciones y explicaciones.

Además, ajustar las expectativas podría ser útil en la terapia psicológica, donde se busca minimizar el impacto emocional y cognitivo asociado con el dolor. Si las palabras tienen tanto poder, quizás sea hora de empezar a usarlas a nuestro favor. Así que, la próxima vez que alguien te pregunte cómo fue una experiencia incómoda, elegí tus palabras con cuidado… o al menos, ¡usá una que suene menos aterradora!

Referencia de la noticia:

María García González, Ignacio Ardizone-García, Xabier Soto-Goñi, Laura Jiménez-Órtega, “Influence of instructions and expectations in pain perception on pupil diameter and the cognitive assessment of pain”, Journal of Manipulative and Physiological Therapeutics.