El cambio climático está secando las copas de los árboles de los bosques tropicales, alterando el ciclo del agua
Orquídeas, helechos y otras plantas que se encuentran en las copas de los árboles se están secando. El efecto dominó en todo el ecosistema puede impactar en la flora y fauna de los bosques tropicales.
Costa Rica es el primer país tropical del mundo que ha revertido la deforestación. En 1987, sus bosques tropicales de gran diversidad biológica cubrían el 40 % del país, mientras que en la actualidad son cerca del 60 % de su superficie.
En estos bosques tropicales de Monteverde, en Costa Rica, las ramas están alfombradas de orquídeas, helechos y otras plantas epífitas, aquellas que viven sobre otras plantas, pero sin alimentarse de ellas. El clima de Monteverde es muy húmedo, con más de 2500 mm de lluvia al año, el aire es tan fresco y húmedo con nubes que cubren permanentemente las montañas donde se encuentra este ecosistema de bosque nuboso, un tipo de bosque lluvioso de gran altitud.
En lo alto de las copas de los árboles, las epífitas se hidratan con la humedad de las nubes bajas, haciendo que las gotas caigan hasta el suelo del bosque, lo que ayuda al ecosistema a retener la humedad vital. Pero desde 1970, el número de días secos se ha cuadruplicado, rompiendo ese delicado equilibrio que mantiene vivo al bosque tropical.
La importancia de los bosques tropicales
Costa Rica es un país con una belleza natural incomparable, con un bosque tropical húmedo que cubre un tercio de su territorio y cuya importancia trasciende más allá de los objetivos turísticos, ya que aporta al equilibrio ecológico, produce oxígeno, permite que se recarguen los mantos acuíferos, mantiene los suelos fértiles al producir materia orgánica y funciona como hogar de diversos animales, entre otras virtudes.
Si bien los bosques tropicales húmedos apenas cubren un 7 % del suelo del planeta, en ellos reside casi el 50 % de la biodiversidad mundial. Son más de 30 millones de especies animales y vegetales: la mitad de la fauna de la tierra y casi el 70 % de la flora mundial respectivamente. Para evolucionar, las selvas y bosques tropicales requirieron entre 60 y 100 millones de años, siendo considerados el ecosistema más antiguo y complejo de la tierra.
Es por ello por lo que la conservación del bosque tropical húmedo es prioridad como acción para contrarrestar los efectos del calentamiento global antropogénico (CGA), gracias a su labor protectora para evitar la erosión en el suelo generado por el viento o el agua.
Y precisamente es el CGA el causante del cambio en el clima que está secando el techo arbóreo de los bosques tropicales, razón por la cual las epífitas están muriendo. Sin las epífitas y su función de almacenamiento de agua, el efecto dominó en todo el ecosistema podría tener grandes impactos en la flora y fauna de la jungla.
La peligrosa situación de las epífitas de la selva tropical
Durante la última década, un equipo de investigadores encabezado por la ecofisióloga vegetal Dra. Sybil Gotsch, de la universidad de Kentucky, ha estado estudiando los impactos climáticos en el ciclo del agua en Monteverde. Mediante el uso de sensores de microclima y otros instrumentos en el techo arbóredo o dosel del bosque tropical de Monteverde, los investigadores han rastreado los cambios en la cantidad de agua que se mueve a través de las copas de los árboles hasta el suelo del bosque. Es precisamente en la superficie donde esa humedad sustenta a los insectos que son la base de la red alimentaria, de la cual se nutren aves, reptiles y mamíferos. Los objetivos del equipo incluyen estimar los impactos actuales de la sequía y modelar la disponibilidad de agua a largo plazo.
El trabajo de campo y los experimentos de los últimos 10 años muestran que las epífitas en las selvas tropicales de todo el mundo serán las primeras plantas en morir en un clima más cálido y menos predecible, como el clima del futuro. La pérdida de estas plantas podría significar el principio del fin de los bosques nubosos, haciendo que la región sea un hábitat mucho más seco.
Una función desconocida, pero vital
Durante la mayor parte del siglo pasado, los ecologistas desconocían la importante función de las epífitas. Y por otra parte, las orquídeas tropicales, los helechos y los musgos si bien no son perjudiciales para los árboles huéspedes, tampoco consideraban que ofrecieran beneficios evidentes, más allá de proporcionar hábitats para una variedad de aves, insectos y anfibios, pero no eran particularmente importantes más allá del dosel.
Más de una docena de estudios de Gotsch y su equipo, han demostrado lo equivocado de ese concepto. Y que un clima más cálido y seco tiene consecuencias en cadena, entre ellas las de menos nubes bajas en los bosques desde México hasta Argentina. Los hallazgos sugieren que, si bien perder lluvia es malo, perder niebla podría ser peor.
La combinación de sequía y especialmente pérdida de nubes podría explicar por qué las epífitas ya están dejando caer hojas en el dosel local. Los hallazgos han sido tan premonitorios que los ecologistas comenzaron a preguntarse qué significaría perder epífitas para el resto del bosque, particularmente para el flujo de agua a través del sistema. Las epífitas pueden hincharse hasta el 3.000% de su peso seco cuando están mojadas, por lo que potencialmente retienen mucha humedad.
Si las epífitas son el “conector entre el cielo y la tierra” como afirma Gotsch, entonces el ciclo del agua seguramente cambiará a medida que estas plantas desaparezcan. Y esto sucederá en todos los bosques tropicales del planeta.