El internet y la conectividad mundial está en peligro por las avalanchas gigantes que ocurren bajo el mar
Nuevos estudios revelan cómo las avalanchas submarinas se generan y desafían creencias previas sobre su origen.
La expansión de Internet ha requerido una red cada vez mayor de cables de fibra óptica en los fondos marinos, que transportan prácticamente todo el tráfico mundial de Internet. Sin embargo, un peligro oculto constantemente amenaza con arrasar la infraestructura: las avalanchas marinas.
Estos fenómenos naturales de gran magnitud ocurren a diario bajo la superficie del océano. Son invisibles y extremadamente difíciles de medir, lo que implica que sabemos muy poco sobre su dinámica.
Cuando una avalancha submarina rompe los cables de fibra óptica en el fondo marino, las consecuencias pueden ser amplias y costosas. Afortunadamente, la gran cantidad de cables hace que sea extremadamente improbable que un solo evento interrumpa el servicio de Internet a nivel mundial.
La frecuencia de estas avalanchas varía según la región. Los cañones submarinos que comienzan cerca de las desembocaduras de ríos con cuencas pluviales extensas pueden experimentar varias avalanchas pequeñas al año. En cambio, otros sistemas alejados de las descargas fluviales, como el cañón de Agadir, al noroeste de Marruecos, solo registran una avalancha gigantesca cada 10.000 años.
Diversos factores pueden desencadenar estos deslizamientos, entre ellos terremotos, mareas, tifones, inundaciones fluviales e incluso erupciones volcánicas. Con el cambio climático, algunos de estos factores se volverán más frecuentes e intensos, aumentando el riesgo de cortes en la conectividad.
Avalanchas submarinas
Cuando una avalancha submarina rompe cables en el fondo marino, las consecuencias pueden ser amplias y costosas.
En 2006, el terremoto de Pingtung en Taiwán provocó avalanchas submarinas que dañaron numerosos cables que conectaban el sudeste asiático con el resto del mundo. El principal operador de Internet en China reportó una pérdida del 90 % del tráfico hacia Estados Unidos en el punto más crítico del evento, y Taiwán sufrió una pérdida de entre el 74 % y el 100 % del tráfico de Internet hacia las islas vecinas.
La avalancha submarina que causó la ruptura de estos cables se desplazó rápidamente, alcanzando una velocidad máxima de 72 km/h. Sin embargo, fue relativamente pequeña en comparación con las avalanchas submarinas gigantes que he estudiado en el Atlántico.
Por ejemplo, en 1755, un gran terremoto golpeó la costa de Portugal, destruyendo gran parte de Lisboa y causando la muerte de decenas de miles de personas. Sin embargo, solo provocó una pequeña avalancha submarina.
En contraste, en 1929, un fuerte terremoto frente a la costa de Terranova, Canadá, desencadenó la mayor avalancha submarina jamás registrada. Fue tan masiva que generó un tsunami, causando la muerte de 28 personas a lo largo de la costa.
El caso de Marruecos
Hace unos 60.000 años, frente a las costas de Marruecos, el fondo marino cambió drásticamente cuando una gigantesca avalancha recorrió 400 km a través del cañón submarino más grande del mundo y se extendió otros 1.600 km por el lecho del Atlántico. Este deslizamiento de tierra es el más grande conocido hasta la fecha.
En un nuevo estudio publicado en Science Advances, un equipo de científicos logró mapear la zona afectada. “Cartografiamos la avalancha combinando un mapeo topográfico detallado del fondo marino con cientos de núcleos de sedimentos que penetraron los depósitos de la avalancha en una vasta área. En cada núcleo, analizamos los depósitos en busca de fósiles, lo que nos permitió determinar que el evento ocurrió hace 60.000 años. También pudimos correlacionar la capa de la avalancha a lo largo de miles de kilómetros”, explicó Christopher Stevenson, profesor de sedimentología cuantitativa en la Universidad de Liverpool y uno de los autores del estudio.
“La avalancha contenía suficiente sedimento como para llenar 140.000 estadios de Wembley (162 km³). Alcanzaba la altura de un rascacielos (más de 200 metros), se desplazaba a una velocidad mínima de 54 km/h y excavaba una zanja de 30 metros de profundidad y 15 km de ancho a lo largo de 400 km (la distancia entre Londres y Liverpool), arrasando todo a su paso. Luego, se extendió sobre un área del tamaño de Alemania, enterrándose bajo aproximadamente un metro de arena y barro”, explica.
Sin embargo, se demostró que la avalancha en realidad comenzó como un pequeño deslizamiento de tierra, que luego creció más de 100 veces en tamaño a lo largo de su recorrido. Este crecimiento extremo es mucho mayor que en las avalanchas terrestres, que típicamente aumentan entre cuatro y ocho veces su tamaño y son diminutas en comparación. Este hallazgo desafía la creencia científica de que las grandes avalanchas comienzan con el colapso de una gran pendiente.
Por lo tanto, estos conocimientos podrían cambiar la manera en que evaluamos el riesgo geológico de estos fenómenos, sugiriendo que debemos enfocarnos más en la trayectoria de la avalancha que en el punto de inicio del deslizamiento de tierra.
Referencia de la noticia:
Christoph Böttner et al. ,Extreme erosion and bulking in a giant submarine gravity flow.Sci. Adv.10,eadp2584(2024).DOI:10.1126/sciadv.adp2584