El pasado caliente de la Tierra: ¿una razón para ignorar el presente climático?
La Tierra, con sus 4.540 millones de años de historia, ha experimentado una amplia gama de condiciones climáticas, desde épocas de glaciación global hasta períodos de calor extremo.

Si alguna vez pensaste que un día de verano es sofocante, imaginate la Tierra en sus primeros días. Hace 4.540 millones de años, nuestro planeta no era un lugar acogedor. Al contrario, era un infierno de roca fundida, con temperaturas que en la atmósfera superior superaban los 2.000 °C. En esos tiempos caóticos, la Tierra chocaba con otros cuerpos rocosos, incluidos algunos del tamaño de Marte. Fue precisamente una de esas colisiones la que dio origen a la Luna, dejando al planeta envuelto en una nube de fuego y magma.
Por supuesto, esos fueron los primeros años, cuando la Tierra era un caos ardiente. Pero a lo largo de su historia, ha atravesado varias épocas de calor extremo. Y no, eso no significa que el calentamiento global actual sea "normal" o "natural", pero ya hablaremos de eso.
El descongelamiento explosivo del Neoproterozoico
Retrocedamos unos 700 millones de años, a una época en la que la Tierra era, literalmente, una bola de nieve. Durante el Neoproterozoico, enormes capas de hielo cubrían no sólo los polos, sino también gran parte de los trópicos. Sin embargo, el planeta no se quedó atrapado para siempre en este congelador. La actividad volcánica continuaba bajo el hielo, liberando constantemente dióxido de carbono. Con el tiempo, la acumulación de este gas de efecto invernadero generó un efecto invernadero tan fuerte que derritió el hielo y disparó las temperaturas globales.
La evidencia de este calentamiento extremo se encuentra en los "carbonatos de capa", rocas ricas en calcio que solo se forman en aguas tibias. Estas capas aparecen justo sobre los restos de los antiguos glaciares, una clara señal de que la transición de hielo a calor fue drástica. Se estima que la temperatura media del planeta pudo haber superado los 32 °C (hoy es de aproximadamente 15 °C), un clima insoportable para la mayoría de las formas de vida actuales.
Para ponerlo en perspectiva, la transición de un clima frío a uno cálido habría ocurrido rápidamente en términos geológicos, pero no necesariamente a escala humana. El aumento del dióxido de carbono y de la temperatura global podría haber tomado miles de años, mientras que la formación de capas de rocas carbonatadas podría haber llevado incluso cientos de miles de años.
El planeta sin hielo: el "invernadero caliente" del Cretácico
Ahora viajemos a hace unos 92 millones de años, en pleno Cretácico. Este fue uno de los momentos más cálidos de la historia reciente de la Tierra, unos 25 millones de años antes de que se extinguieran los últimos dinosaurios de la Tierra. Las temperaturas globales eran tan altas que no existía hielo en los polos y los mares tropicales eran un baño termal. En el Ártico, lejos de ser un paisaje helado, nadaban reptiles parecidos a cocodrilos llamados champsosaurus, mientras que cerca del Polo Sur, había bosques cálidos.

La razón de este calor extremo no está del todo clara, pero está fuertemente relacionada con los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. Lo curioso es que, a diferencia de otras épocas, en el Cretácico no se observa una correlación tan directa entre CO2 y temperatura, lo que hace que los científicos sigan investigando las causas exactas de este fenómeno.
El Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno
Avancemos hasta hace 56 millones de años, cuando el planeta volvió a caldearse de manera alarmante. Durante el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (MPTE), las temperaturas subieron entre 5 y 8 °C en menos de 10.000 años. Puede que suene a un período largo, pero en términos geológicos fue un calentamiento rápido.
Este evento fue impulsado por una liberación masiva de carbono a la atmósfera, probablemente desde hidratos de metano del fondo marino o la actividad volcánica. La temperatura media del planeta alcanzó los 34 °C, y las palmeras y cocodrilos vivían tranquilamente en el Círculo Polar Ártico.
Lo preocupante es que las emisiones humanas de CO2 hoy en día podrían estar replicando el calentamiento del MPTE, pero a un ritmo 10 veces más rápido. En otras palabras, estamos empujando al planeta hacia un cambio drástico en décadas, en lugar de milenios.
¿Y ahora qué?
A lo largo de la historia, la Tierra ha pasado por episodios de calor extremo, pero estos cambios ocurrieron en escalas de tiempo geológicas, permitiendo que la vida se adaptara. Hoy, en cambio, el calentamiento es acelerado por la actividad humana, y las especies (incluidos nosotros) no tienen tiempo de ajustarse.
El calor ha sido una constante en la historia del planeta, pero nunca ha ocurrido con la rapidez con la que está sucediendo ahora. Es poco probable que los humanos se extingan, pero la pérdida de la estabilidad climática que ha acompañado toda la historia de la civilización traerá desafíos de adaptación sin precedentes.
La diferencia entre un calentamiento natural y el actual es la velocidad: lo que antes tardaba miles o millones de años, ahora está ocurriendo en cuestión de décadas. Y eso cambia todo.