El primer CSI: Juan Vucetich, el argentino que ayudó a resolver los crímenes en el mundo
Cada 1° de septiembre se celebra el Día Internacional de la Criminalística, en honor a Juan Vucetich, un croata nacionalizado argentino que hizo historia en esta ciencia.
Cuando en 1892, la policía encontró los cuerpos de dos niños de 6 y 4 años que fueron brutalmente asesinados en Quequén, provincia de Buenos Aires, las sospechas recayeron sobre Ramón Velásquez, amigo de los padres de los niños.
Pese a las presiones y los interrogatorios a los que fue sometido, Velásquez mantuvo su inocencia. Pero en la escena del crimen, los investigadores de la Policía de Buenos Aires encontraron una huella dactilar ensangrentada, y se sospechaba que era de Velásquez. Inmediatamente los investigadores contactaron a un comisario que estaba desarrollando un sistema de identificación de huellas dactilares para uso policial, llamado Juan Vucetich.
El crimen
Poco después del mediodía del 29 de junio de 1892, Ponciano Carballo y su compadre, Ramón Velásquez, derribaron la puerta del dormitorio para encontrar una escena dantesca: los cuerpos de Ponciano y Felisa, de 6 y 4 años, yacían en la cama matrimonial, degollados junto a su madre Francisca, de 27 años, quien presentaba un corte en el cuello.
Francisca, que estaba desvanecida, se pudo recuperar y, al ser interrogada por la policía, apuntó con sus dichos contra Velázquez, y lo acusó de presentarse enviado por su marido para llevarse los niños, ya que tenían problemas maritales.
Según Francisca, y ante la negativa de entregar los niños, Velásquez decidió darles muerte y acto seguido -según el relato de Rojas-, Velásquez la atacó con una pala, y la hirió en el cuello con un cuchillo. Con las fuerzas que le quedaban, Rojas pudo trabar la puerta del dormitorio con la pala, y luego se desvaneció.
Con este testimonio, la policía rápidamente apresó a Velázquez, quien negó con vehemencia haber cometido los crímenes. Por este motivo, la investigación se concentró en buscar pruebas que lo incriminaran. Sin embargo, pese a los golpes y torturas a los que fue sometido, su relato no tuvo contradicciones.
Pero las declaraciones de Francisca eran vagas y contradictorias. Y en particular, el relato sobre la huida del atacante -por una ventana, dejando rastros de sangre- no le cerraba a los investigadores. Además, la huella que el atacante dejó en el marco de la ventana era muy clara y se notaba que la mano que las había dejado era demasiado pequeña para pertenecer al acusado.
El primer CSI
Ante tal panorama, las dudas invadieron a los responsables de la investigación. Las contradictorias declaraciones de Francisca, quien era considerada una de las víctimas del crimen, contrastaban con la solidez del relato de Velázquez, quien no tenía motivos para el crimen. Y como la madre negó haber tocado los cadáveres de los dos niños, lo que hubiese implicado manchado con la sangre de ellos, la huella en cuestión sólo podría haber provenido del homicida.
Esta huella ensangrentada fue lo que motivó a que los investigadores tomen las impresiones digitales de Francisca y de Ramón, desarmen el marco de la ventana y la puerta, y enviar todo el material a La Plata, para que Juan Vucetich lo revisara con su método.
Gracias al procedimiento de Vucetich, se determinó que las impresiones digitales no pertenecían a Pedro, sino a la propia Francisca, quien una vez confrontada con la prueba, confesó haber asesinado a sus hijos. Declaró que la interferencia de Velásquez en un romance entre ella y otro pretendiente, además de la sensación de haber resultado más atractiva si no tenía hijos.
La sentencia no solo marcó un antes y un después para Francisca Rojas, sino también para Vucetich. El fruto de su trabajo fue aceptado como “infalible” y adoptado en 1903 por el sistema penitenciario de Nueva York y en 1905 por el Ejército de los Estados Unidos. En 1907, la Academia de Ciencias de París informó públicamente que el método de identificación de personas desarrollado por Vucetich era el más exacto conocido hasta entonces.
Juan Vucetich
Nació el 20 de julio de 1858 en la isla de Hvar, en el archipiélago de Dalmaci, Croacia.
En 1882, a la edad de 23 años, se estableció en Argentina, y en 1888 ingresó al departamento central de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. En 1890 se le encomendó investigar e implementar un servicio de identificación antropométrica. En base a estudios publicados por Francis Galton, un antropólogo inglés, advirtió que en las impresiones digitales se hallaba la única solución integral a la problemática de la identificación humana.
Vucetich falleció el 25 de enero de 1925.
A más de 100 años de su implementación, el método dactiloscopio de Vucetich sigue siendo el más certero y confiable para determinar la responsabilidad de una persona en algún hecho criminal en todo el mundo.