El silencioso y nocivo óxido nitroso necesita ser gestionado
El óxido nitroso es un gas de efecto invernadero muchísimo más poderoso y nocivo que el dióxido de carbono. En esta nota encontrarás la relación entre este gas, el cambio climático, y las emisiones antropogénicas aceleradas, por parte de la agricultura y el mal uso de los suelos.
Dentro de los gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico, el más famoso es sin dudas el dióxido de carbono (CO2), pero lamentablemente no es el único. Las actividades humanas han incrementado el volumen de emisión de distintos gases, por la fuerte demanda de los sectores como: el transporte, la agricultura, la industria y la energía. El óxido nitroso (N2O) es un gas de efecto invernadero muy dañino, el cálculo aproximado del poder eficaz de calentamiento que posee la molécula de N2O es 300 veces superior al alcanzado por una molécula de CO2.
El nitrógeno (N2) es un componente esencial del aire que respiramos, y el elemento más abundante en nuestra atmósfera formando casi el 78% de la misma. El ciclo del nitrógeno comienza gracias a que algunas bacterias son capaces de asimilarlo, toman el nitrógeno gaseoso del aire y lo transforman en amoniaco (NH3) o nitratos (NO3-). Las bacterias rompen enlaces por medio de enzimas (nitrogenasas) y sintetizan compuestos nitrogenados, a esto se lo conoce como “fijación del nitrógeno”.
El nitrógeno reactivo
Algunas de las formas del N2 son vitales para el planeta, pero la conversión de este elemento en otras formas químicamente reactivas está causando al globo un costoso riesgo. El término de especies reactivas del nitrógeno (RNS, por sus siglas en inglés Reactive Nitrogen Species), se introdujo para designar al (NO) y otras moléculas relacionadas con él.
La mayor parte del RNS que la actividad agrícola produce para abonar la tierra no queda en los alimentos, sino que se difunde hacia la atmósfera, ríos y mares, donde se transforma en un contaminante.
La agricultura, el N2O y el cambio climático
La fijación del nitrógeno al suelo a través de los fertilizantes colabora con el efecto invernadero del planeta. Si bien este compuesto se genera en procesos naturales, se ve acrecentada su emisión por la volatilización, lixiviación y escorrentía de fertilizantes nitrogenados; además, por la descomposición de los residuos de cultivos y desechos animales. Las actividades agrícolas/ganaderas generan nitrógeno reactivo y lo inyectan en el medio a un ritmo cada vez más acelerado.
Aunque el uso de combustibles fósiles es una fuente importante de emisión de óxido nitroso, “alrededor de 60% de las emisiones de N2O provienen de los campos fertilizados, abonos y otras fuentes agrícolas", dice Mahesh Pradhan, experto en contaminación por nutrientes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Según el informe Fronteras 2018-2019, citado en el reporte para el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (ONU Medio Ambiente), "los humanos están produciendo un cóctel de nitrógeno reactivo que amenaza la salud, el clima y los ecosistemas, convirtiendo el nitrógeno en uno de los problemas de contaminación más importantes". Además, la reciente Evaluación Europea del Nitrógeno identificó las múltiples amenazas de contaminación como resultado del nitrógeno reactivo antropogénico; tiene efectos adversos en: calidad del agua, calidad del aire, balance de gases de efecto invernadero, ecosistemas y biodiversidad.
Pero, ocurre que la magnitud del problema de emisión del N2O no es tan popular actualmente como la del CO2. “Los peligros siguen siendo en gran medida desconocidos por casi todos, excepto por los círculos científicos", se expresa en el informe. Por eso es de extrema urgencia incorporar la gestión del nitrógeno en la acción climática.
Gestión sostenible del nitrógeno
En el Informe se cita el caso de Escocia, es una de las primeras naciones en incluir un presupuesto de nitrógeno en su proyecto de Ley de Cambio Climático 2019. El objetivo es que este país alcance la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2045.
La clave es el cambio de actitud de los distintos actores, frente a los impactos negativos del uso actual del nitrógeno. En 2017 el N2O representó para ese país el 7.9% de las emisiones totales de GEI, y lo más alarmante es que el 81% de esa cantidad provino de la agricultura. Además, los estudios indican que un 50% del nitrógeno aplicado por los agricultores en Escocia se pierde, y es un desperdicio no solo de recursos sino de dinero para los trabajadores del campo.
Otro ejemplo es el de Sri Lanka, junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Sistema Internacional de Gestión del Nitrógeno, lanzará este mes de octubre de 2019 una iniciativa mundial por la gestión sostenible del nitrógeno.
Argentina y las reuniones futuras
En cuanto a nuestro país, para tomar noción de las dimensiones de emisión de N2O y de los otros GEI como el metano (CH4) y el CO2, podés consultar aquí el Inventario Nacional sobre los Gases de Efecto Invernadero. Encontrarás cuál es su aporte a la atmósfera discriminando según la actividad: sector energía, área de agricultura, ganadería silvicultura y otros usos del suelo, sector residuos y área de procesos industriales.
Nos encontramos próximos a la 25° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 25), que se celebrará del 2 al 13 de diciembre de 2019 en Santiago de Chile. El objetivo de la conferencia será aumentar la ambición y acelerar la acción sobre la emergencia climática mundial, y por supuesto apoyar la rápida implementación del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.
Veamos entonces que nuevas medidas se toman a nivel global, y cuál es el compromiso que asume Argentina frente a esta necesidad de gestión urgente de los GEI, y una acción climática más comprometida.