Enterrar bajo tierra árboles muertos y muebles viejos ayuda a mitigar el cambio climático, dice este estudio

Un tronco de casi 4.000 años encontrado en una excavación fue clave para entender qué podemos hacer con la madera vieja para proteger el futuro.

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Un tronco de casi 4 mil años brindó datos claves para luchar contra el cambio climatico.

Los árboles son fundamentales en la batalla contra el cambio climático por una razón poderosa: a lo largo de toda su vida absorben dióxido de carbono (CO2) para convertirlo en energía y crecer. Pero, ¿qué pasa cuando mueren? El problema es que, al transformarse en madera muerta, no solo dejan de capturar CO2, sino que lo liberan, y en grandes cantidades.

La contribución de la madera muerta al cambio climático no es nada despreciable. Un estudio realizado en 2021 por la Universidad de Munich estimó que cada año se liberan globalmente unas 10,9 gigatoneladas de carbono proveniente de madera, lo que equivale a aproximadamente el 115 por ciento de las emisiones de los combustibles fósiles.

Se estima que cada año se liberan globalmente unas 10,9 gigatoneladas de carbono proveniente de madera, lo que equivale a aproximadamente el 115 por ciento de las emisiones de los combustibles fósiles.

Por lo tanto, ralentizar o detener la tasa de emisión de dióxido de carbono de la madera podría darnos una ventaja sustancial en la lucha contra el cambio climático. Y un tronco de casi 4 mil años hallado bajo tierra parece tener la solución a este problema.

Una bóveda de madera

La idea de enterrar un tronco para frenar el cambio climático parece algo sencillo y económico de hacer. Sin embargo, para que esta técnica conocida cómo “bóveda de madera” sea efectiva, no basta con cavar un pozo en el patio de casa. Para frenar la descomposición del árbol debe haber condiciones muy particulares. Si fuera tan fácil, los ataúdes milenarios deberían estar en perfecto estado, y eso no ocurre normalmente.

Hace más de 10 años, un equipo de científicos de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Maryland se propuso analizar cuáles eran las mejores condiciones para la conservación de la madera. Encararon un proyecto para enterrar árboles en diferentes lugares con la intención de buscarlos muchos años después y analizar su descomposición.

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La composición del suelo es clave para que la técnica sea efectiva

Pero mientras cavaban en la zona de Quebec, Canadá, ocurrió un milagro. La naturaleza ya había hecho el trabajo, y a solo 2 metros de profundidad había un enorme tronco perfectamente conservado. Los análisis determinaron que tenía 3.775 años de antigüedad. “Cuando la excavadora sacó un tronco del suelo y nos lo arrojó, los tres ecologistas que había invitado de la Universidad McGill lo identificaron inmediatamente como cedro rojo del este”, recuerda Ning Zeng, autor del estudio. “Se notaba lo bien conservado que estaba. Recuerdo que me quedé allí pensando: '¡Guau, aquí está la prueba que necesitamos!'”.

Al analizar la estructura microscópica, la composición química, la resistencia mecánica y la densidad de la muestra, determinaron efectivamente que se trataba de tronco de cedro rojo del este recién cortado. Y lo más sorprendente: en estos casi 4 mil años, la madera había perdido solo el 5 % del dióxido de carbono almacenado.

El suelo fue la clave

El tipo de suelo que cubría el tronco fue la razón principal de su notable conservación. El suelo arcilloso de esa parte de Quebec tenía una permeabilidad especialmente baja, lo que significa que impedía o ralentizaba drásticamente la llegada de oxígeno al tronco y, al mismo tiempo, impedía la entrada de hongos e insectos, los descomponedores que se encuentran típicamente en la tierra.

Como el suelo arcilloso es común en el mundo, las bóvedas de madera podrían convertirse en una opción viable y de bajo costo en muchas partes del mundo. Como solución climática, Zeng señaló que las bóvedas de madera se combinan mejor con otras tácticas para frenar el calentamiento global, incluida la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Mientras él y sus colegas continúan optimizando las bóvedas de madera, espera poner en práctica lo aprendido para ayudar a frenar el cambio climático.

“Es un descubrimiento muy emocionante”, dijo Zeng sobre este último estudio. “La urgencia del cambio climático se ha convertido en un problema tan importante, por lo que hubo aún más motivación para poner en marcha este análisis”.

Referencia de la noticia:

Ning Zeng et al. ,3775-year-old wood burial supports “wood vaulting” as a durable carbon removal method.Science385,1454-1459(2024). DOI:10.1126/science.adm8133