Estudio revela un mundo perdido: descubren enorme río de hace 40 millones de años en la Antártida
Hoy debajo de kilómetros de hielo, un gran río existió en la Antártida hace unos 40 millones de años. Investigadores lograron determinar que el río fue tan grande como los más importantes de la actualidad y un curso de 1500 kilómetros de longitud.
Un grupo de investigadores hallaron un mundo antiguo perdido debajo del profundo hielo de la Antártida. Es que por allí serpenteó un río gigantesco unos 40 millones atrás. En concreto, tal como relata Live Science, geólogos que excavaban en la enorme capa de hielo de la Antártida Occidental han descubierto los restos de un antiguo sistema fluvial que que en su apogeo recorría casi mil quinientos kilómetros. Las conclusiones de esta investigación fueron publicadas el pasado 5 de junio en la revista Science.
Uno de los integrantes del equipo de trabajo, Johann Klages, sedimentólogo del Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina del Instituto Alfred Wegener de Alemania, indicó que "si pensamos en un posible cambio climático severo en el futuro, tenemos que aprender de los periodos de la historia de la Tierra en los que esto ya ocurrió". Las respuestas están en la propia historia del planeta.
Hace entre 34 y 44 millones de años, en una época geológica conocida como Eoceno medio-tardío, la atmósfera de la Tierra se transformó drásticamente. En aquel momento los niveles de dióxido de carbono cayeron drásticamente y la atmósfera perdió gran parte de su capacidad para mantener temperaturas más altas. Entonces, el enfriamiento global provocó la formación de glaciares en una Tierra sin hielo.
Conocer el pasado para predecir el futuro
Los científicos ahora están interesados en entender cómo se desarrolló este importante acontecimiento climático en la Antártida, sobre todo teniendo en cuenta que los niveles de dióxido de carbono en la Tierra siguen aumentando debido al cambio climático provocado por el hombre. La cantidad de dióxido de carbono durante el Eoceno tardío era casi el doble de la actual. Sin embargo, podría ser similar a los niveles previstos dentro de unos 150 a 200 años si los niveles de gases de efecto invernadero siguen aumentando.
Poder obtener el material para investigar y llegar a estos resultados es todo un reto científico. En la actualidad, la mayor parte de la Antártida Occidental está cubierta de hielo, y esto dificulta el acceso a las rocas sedimentarias, fundamentales para estudiar los entornos primitivos. Es por ello que los geólogos suelen basarse en el tipo de granos, minerales y fósiles atrapados en estos sedimentos para averiguar el tipo de condiciones que caracterizan una zona.
El trabajo se inició en 2017, cuando Klages y otros científicos que conformaron el equipo de investigación navegaron desde Chila a bordo del buque Polarstern, el mayor buque de investigación científica de todos los tiempo. Tuvieron que atravesar el accidentado Paso de Drake y la parte occidental antártica. Equipados con avanzados equipos de perforación del fondo marino, comenzaron a recoger testigos de sedimentos blandos y rocas duras del lecho marino helado.
Tapado por kilómetros de hielo
Los científicos lograron perforar casi 30 metros en el fondo marino y recuperar sedimentos con capas de dos periodos distintos. Calculando la vida media de elementos radiactivos, como la proporción de uranio y plomo en el sedimento, descubrieron que la parte inferior del sedimento se formó durante el período Cretácico medio, hace unos 85 millones de años. Este sedimento contenía fósiles, esporas y pólenes característicos de una selva tropical templada, que existía en aquella época.
Por otro lado, la parte superior del sedimento contenía sobre todo arena de la época eocena media-tardía, hace entre 30 y 40 millones de años. Después de investigar detalladamente el material, reconocieron un patrón fuertemente estratificado en la capa de arena del Eoceno que se asemejaba a los procedentes de un delta fluvial, muy similar a los de ríos como el Mississippi, el río de la Plata o el Amazonas.
Se realizó un análisis de biomarcadores lipídicos, en el que cuantificaron la cantidad de lípidos y azúcares presentes en el sedimento, y hallaron una molécula única que suele encontrarse en las cianobacterias que viven en agua dulce. El hallazgo confirmó sus sospechas de que un antiguo río serpenteó hace millones de años por el continente. Los investigadores rastrearon los granos del Eoceno hasta una región salina distinta en los Montes Transantárticos, atravesando una zona que abarcaba unos 1.500 kilómetros antes de desaguar en el actual Mar de Amundsen.
Referencia de la nota:
Maximilian Zundel et al. ,A large-scale transcontinental river system crossed West Antarctica during the Eocene.Sci. Adv.10,eadn6056(2024).DOI:10.1126/sciadv.adn6056