La “hora del té” podría estar en riesgo por el cambio climático, según la FAO
El té es la infusión más consumida en todo el mundo y la segunda bebida favorita de los seres humanos después del agua. Pero la crisis climática podría poner en peligro esta ancestral costumbre.
El consumo mundial de esta infusión, según el Comité Internacional del Té, está estimado en más de 6 mil millones de kilogramos de té al año. Se utilizan en promedio unos tres gramos (por taza), lo que equivaldría a más de 5 mil millones de tazas consumidas cada día en todo el mundo, y eso es mucho más que los 2 mil millones de tazas de café que se beben diariamente.
Té negro, té verde y en sus otras múltiples variedades se bebe en el desayuno, en una reunión acompañando platos dulces y salados por la tarde, solo para relajarse al llegar a casa, cuando uno se siente enfermo, bien caliente para quitarnos el frío, o como una infusión refrescante en una calurosa tarde de verano.
El té proviene de la planta Camelia sinensis, es la infusión más bebida a nivel mundial, y la segunda bebida más consumida por los humanos solo superada por el agua. Se cree que el té se empezó a cultivar en el noreste de la India, el norte de Myanmar y el sudoeste de China, pero se desconoce el lugar exacto donde creció la planta por primera vez. En China, hay constancia de su consumo desde hace al menos 5000 años.
A nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que en 2021, los agricultores cultivaron 6.5 millones de toneladas métricas de té, de las cuales China produjo casi la mitad, seguida a cierta distancia por India, Kenia y Sri Lanka. Se estima que la industria del té emplea a 13 millones de personas, y alrededor de 9 millones de pequeños agricultores cultivan aproximadamente el 60 % del té mundial.
"El sector del té enfrenta enormes desafíos económicos derivados de los impactos climáticos, los bajos precios del té, el aumento de los costos de producción, el uso de fertilizantes y pesticidas, los cambios en la disponibilidad de trabajadores y más", dice Christopher Whitebread, líder del sector del té en Rainforest Alliance.
El cambio climático y el té
Según el Informe del Grupo de Trabajo sobre Cambio Climático del Grupo Intergubernamental sobre el Té de la FAO, el cambio climático es una amenaza presente y futura para la producción de té en todo el mundo.
En la actualidad ya se están experimentando desafíos en términos de producción y sostenibilidad de la industria de té. Un informe de Ethical Tea Partnership indica que para 2050 “la capacidad óptima de las regiones productoras de té en Kenia, Sri Lanka y China se reducirá en un 26,2 %, 14 % y 4,7 %, respectivamente, y para 2070 la capacidad en Sri Lanka se reducirá en casi un 30 %”.
El cambio climático trae consigo una serie de desafíos, como lluvias impredecibles, deslizamientos de tierra, sequías más severas, un número cada vez mayor de plagas, temperaturas variables y una reducción de las áreas de producción. Estos no son impactos futuros, este tiempo extremo ya se está viviendo hoy, y es lo que explican desesperadamente los científicos integrantes del IPCC, para indicar que el cambio climático ya está aquí y ahora.
Los árboles de té, ¿podrán sobrevivir a la crisis climática?
En las zonas de Yunnan, provincia en el sudoeste de China, que tradicionalmente cultivan hojas de té pronto dejarán de ser aptas para este cultivo, ya que los árboles de té son particularmente sensibles a los cambios de temperatura, según el fabricante de té Chen Chongmu y el científico agrícola Li Xin, quienes fueron invitados recientes al podcast Road to Tomorrow, explican desde Greenpeace.
Algunas partes de Yunnan pueden perder el clima apto que los ha convertido en centros de producción de té, en contrapartida, ahora se identifica a algunas regiones de Shandong, en el noreste, como potenciales zonas en donde se podría cultivar más té, aunque la naturaleza creciente del cambio climático hace que sea difícil poder evaluarlo de manera confiable.
La otra cara de la producción del té
La producción de té, que a menudo se cultiva en monocultivos a gran escala, depende en gran medida de cantidades de fertilizantes y pesticidas, que pueden dañar a los trabajadores, el medioambiente y los suelos, y alimentar aún más el cambio climático.
Una vez que se recogen las hojas de la planta de té deben pasar por varias etapas de procesamiento, incluido el marchitamiento y el secado, estos son procesos que consumen mucha energía y que a menudo utilizan grandes cantidades de madera o, en algunos casos, combustibles fósiles como el carbón.
Esto resulta, por un lado, en grandes emisiones de CO2, y además tiene potencial de una “deforestación oculta” para quemar madera, según expertos como Rachel Cracknell, líder de medio ambiente y clima de Ethical Tea Partnership.
Existen otros impactos negativos del té, por ejemplo, un estudio publicado en la revista Nature indica que la falta de equipo de protección personal y la exposición a pesticidas en las granjas están muy extendidas en algunas zonas del mundo, y sus consecuencias plasmadas en el estudio publicado en Science Direct, plantea problemas de salud para los trabajadores, muchos de los cuales son mujeres. Se destacan los problemas respiratorios y cutáneos causados por los pesticidas.
De manera similar, este uso excesivo de productos químicos puede tener implicaciones para la vida silvestre. Por ejemplo, en el Parque Nacional Kibale de Uganda, los estudios muestran que especies como los primates en peligro de extinción, pueden quedar expuestas a un cóctel químico que incluye pesticidas y retardantes de llama. Los investigadores están trabajando para analizar los detalles.
Buscando un equilibrio para el cultivo del té
El cambio climático pone en peligro la industria del té, amenazando con reducir los rendimientos y golpear a millones de pequeños agricultores que se ganan la vida con este cultivo.
Actualmente existe un mayor consenso sobre la necesidad de ayudar a mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones de carbono de la producción y elaboración del té, según dicen desde la ONU
Por tanto, los países productores de té deberían integrar en sus estrategias nacionales de desarrollo del té los retos del cambio climático: cómo adaptarse a él y reducir sus consecuencias.