La "Gran Tempestad de 1703", ¿la más terrible que ha visto el mundo?
Entre los días 26 y 27 de noviembre de 1703 (7 y 8 de diciembre según el actual calendario [gregoriano]) las islas Británicas y otros países de Europa sufrieron el impacto de "La Gran Tormenta de 1703". Al paso de un profundo ciclón se produjo una tempestad de consecuencias devastadoras.
Las islas Británicas, por su situación geográfica; abiertas al Atlántico Norte, en una franja de gran actividad ciclónica, tienen un largo historial de fuertes temporales marítimos, asociados al paso de profundas ciclones extratropicales. Las que han tenido consecuencias más devastadoras han sido las que han impactado directamente en tierra, cuyo ejemplo más reciente lo tenemos en la borrasca Barra, que tras una extraordinaria profundización –como consecuencia de una ciclogénesis explosiva– provocó inundaciones y generó vientos huracanados en el oeste y sur de Irlanda y zonas vecinas de Gales e Inglaterra.
De las decenas de temporales calificados como históricos que hay documentados en Gran Bretaña (y por extensión Irlanda), la “Gran Tormenta de 1703” (The Great Storm of 1703) se considera la más devastadora, si bien el ciclón que la provocó no ha sido el más profundo que ha visitado las Islas Británicas. La referencia a esa gran “tormenta” en textos en castellano, no debe de llevarnos a engaño, ya que es común traducir así “storm”. El término hace alusión a una tempestad; es decir, un fuerte temporal marítimo asociado a un ciclón extratropical o borrasca, como las que habitualmente discurren en el Atlántico entre los paralelos 35 y 60 N.
La profunda borrasca –calificada como huracán en algunas crónicas– se fue acercando a las islas por el suroeste el 26 de noviembre de 1703, atravesando el centro-sur de Inglaterra la noche de ese día y la madrugada del 27. Hasta 1752 Gran Bretaña y sus colonias no adaptaron el calendario gregoriano, por lo que las fechas del episodio se corresponden con los días 7 y 8 de diciembre, tal y como computamos los días en la actualidad. El jardinero y escritor inglés John Evelyn (1620-1706) escribió en su famoso diario que la tempestad no era comparable con nada ocurrido en aquella época o en cualquier otro momento anterior de la historia. En la misma línea, la Reina Ana (1665-1714), calificó la tempestad como “una calamidad tan terrible y sorprendente, que algo similar no ha sido visto, en la memoria de cualquier persona que viva en este nuestro Reino.”
Sin quitar relevancia al episodio meteorológico, lo cierto es que esos comentarios y los relatos de testigos que, como veremos, reunió Daniel Defoe en su libro The Storm (1704) [La 'Tormenta' (Tempestad)], transmitieron al imaginario colectivo de los británicos la idea de que aquella fue la mayor tempestad jamás ocurrida en su territorio. En un completo estudio llevado a cabo por el reconocido climatólogo Hubert Lamb (1913-1997), en colaboración con el meteorólogo danés Knud Frydenhahl, publicado en 1991, se analizaron las tempestades históricas ocurridas en las Islas Británicas, el Mar del Norte y el noroeste de Europa, y se concluye que la “Gran Tempestad de 1703” ocupa el quinto puesto de todos los episodios analizados, en base a un índice de severidad. Dicho índice tiene en cuenta las velocidades alcanzadas por el viento, duración, área afectada, daños materiales y víctimas mortales.
El relato de Defoe
El periodista y escritor británico Daniel Defoe (c. 1660-1731) fue testigo de excepción de la “noche terrible”. Se encontraba aquellos días prisionero, cumpliendo una condena por publicar un panfleto que no fue del agrado de un político y un juez londinense de la época. Tras pasar tres días en la picota, a la vista del público, fue enviado a una celda, y estando allí los fuertes vientos que comenzaron a soplar con violencia en Londres derribaron una chimenea cercana a la prisión, que al caer derrumbó una de las paredes de la celda de Defoe. Salvó su vida y ese incidente aceleró su libertad, gracias a la intermediación de un político afín.
La devastación que vio Daniel Defoe a su alrededor, en las calles y los parques londinenses, así como la información que le fue llegando de lo que había ocurrido en otras muchas zonas del sur de Inglaterra, le animó a preparar un libro en el que reunió los relatos de numerosos testigos presenciales. Esta obra puede considerarse la primera crónica periodística de un episodio meteorológico de alto impacto, como fue aquella violenta tempestad de finales de 1703. En aguas del Canal de la Mancha se hundieron decenas de barcos, tanto de la marina de guerra británica como neerlandeses, contándose por centenares los marineros ahogados. Se estima que entre 8.000 y 15.000 personas fallecieron bajo las aguas, tanto entre las tripulaciones de los buques, como las víctimas de las inundaciones costeras, debido a la marea ciclónica.
Para recopilar los testimonios recogidos en su libro, Defoe publicó un anuncio en el semanario London Gazette del 2 al 6 de diciembre de 1703 (la semana después al paso de la tempestad). La respuesta fue masiva, recibiendo centenares de cartas en las siguientes semanas. Tras llevar a cabo una selección y adaptar convenientemente los textos –previa autorización de los colaboradores– preparó The Storm; obra publicada a mediados de 1704, que fue un auténtico superventas de la época, reportándole importantes beneficios, lo que asentó su carrera de escritor, que culminó con la creación de una de las novelas más conocidas de todos los tiempos: la inmortal “Robinson Crusoe”, cuya primera edición data de 1719.