¿Hasta acá nomás? Afirman que la longevidad humana podría haber alcanzado su límite

Los resultados de un nuevo estudio indican que los habitantes de los países más longevos han experimentado una desaceleración en el ritmo de mejora de la esperanza de vida media en las últimas tres décadas.

Longevidad cuerpo humano
La prolongación radical de la vida en el siglo XX se debió en gran parte a los avances de diversas tecnologías médicas y medidas de salud pública.

Durante el siglo XX se registró un notable aumento progresivo de la esperanza media de vida en la población mundial, estimándose unos tres años más por cada década en los países desarrollados.

Es decir que, para una persona nacida a principios del siglo XXI, estos incrementos significan que podría vivir, de media, 30 años más que alguien nacido en 1900, lo que le permitiría llegar a los 80 años. Este fenómeno, conocido como prolongación radical de la vida, fue debido en gran parte a los avances de diversas tecnologías médicas y medidas de salud pública.

Muchos especialistas supusieron que la tendencia continuaría y que la esperanza de vida aumentaría al mismo ritmo indefinidamente. Otros, sin embargo, predijeron que los seres humanos alcanzarían un techo natural, y que la esperanza de vida media de los países más longevos del mundo se estancaría mucho antes de los 100 años.

Nuevas investigaciones sobre esta cuestión sugieren ahora que la humanidad ha alcanzado finalmente un límite superior de longevidad.

A pesar de los continuos avances médicos diseñados para prolongar la vida, los resultados indican que los habitantes de los países más longevos han experimentado una desaceleración en el ritmo de mejora de la esperanza de vida media en las últimas tres décadas.

Los cambios observados en las tasas de mortalidad y la esperanza de vida

S. Jay Olshansky, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Illinois en Chicago y autor principal del nuevo estudio publicado en Nature Aging, afirma que esto se debe a que el envejecimiento (una serie de procesos biológicos poco conocidos entre cuyos efectos figuran la fragilidad, la demencia, las cardiopatías y las deficiencias sensoriales) ha eludido hasta ahora los esfuerzos por ralentizarlo. “Nuestros cuerpos no funcionan bien cuando se les presiona más allá de su periodo de garantía”.

Olshansky se convenció de la inmutabilidad del problema del envejecimiento en 1990, cuando publicó un artículo en Science en el que predecía que nuestras ganancias en esperanza de vida debían ralentizarse, aunque se aceleraran los avances en medicina. Concluyó entonces que era “muy improbable” que la humanidad superara una esperanza de vida media de 85 años.

Longevidad cuerpo humano
la prolongación radical de la vida en países ya longevos “sigue siendo inverosímil”, concluye el estudio.

A pesar de las críticas recibidas en aquel entonces, Olshansky decidió “ser un científico paciente”, según él, y volver a probar su hipótesis una vez que llegaran los datos del mundo real. Tardó 34 años, pero la espera ha dado sus frutos con “un sí definitivo” a sus conclusiones originales, dice.

Olshansky y sus colegas examinaron a fondo los cambios observados en las tasas de mortalidad y la esperanza de vida entre 1990 y 2019 en los ocho países más longevos del mundo (Japón, Corea del Sur, Australia, Francia, Italia, Suiza, Suecia y España), además de EE.UU. y Hong Kong.

Descubrieron que la mejora de la esperanza de vida se desaceleró en casi todos estos lugares y que, de hecho, disminuyó en EE.UU.

Corea del Sur y Hong Kong fueron las excepciones. Experimentaron mejoras aceleradas recientes en la longevidad, un fenómeno que los investigadores sospechan que tiene que ver con el hecho de que ambos lugares concentraron sus grandes aumentos en la esperanza de vida sólo recientemente, en los últimos 25 años, afirma Olshansky.

Enfocarse en los años sanos que quedan por disfrutar

A pesar del peso de las nuevas pruebas, Olshansky espera que sus hallazgos susciten controversia.

No obstante, sostiene que los científicos deberían dejar de centrarse en la “hipótesis no probada” de la prolongación radical de la vida y centrarse en la gerociencia, un campo de investigación relativamente nuevo que se centra en prolongar la “esperanza de vida” de las personas, es decir, el número de años sanos que les quedan por disfrutar, pero no su esperanza de vida en general.

A menos que las nuevas tecnologías aborden el envejecimiento en sí mismo, la prolongación radical de la vida en países ya longevos “sigue siendo inverosímil”, concluyen Olshansky y sus colegas en el nuevo artículo.


Referencia de la noticia:

Olshansky, S.J., Willcox, B.J., Demetrius, L. et al. Implausibility of radical life extension in humans in the twenty-first century. Nat Aging (2024). https://doi.org/10.1038/s43587-024-00702-3