¿Huracán o tornado? Descubrí cuál es más peligroso y por qué

Aunque mucha gente suele confundirlos, huracanes y tornados son fenómenos muy distintos. Aquí repasamos sus principales diferencias y por qué uno es mucho más peligroso que otro.

huracanes
Entre otras diferencias, los huracanes se pueden monitorear con imágenes satelitales.

La llegada del huracán Milton a Florida trajo, por si fuera poco, una oleada de tornados en el centro y sur de la península. Se emitieron 100 advertencias por tornado y, hasta el momento, se reportaron 4 víctimas fatales por este fenómeno.

Aunque Florida no integra el llamado “callejón de los tornados” de Estados Unidos -la zona donde más fenómenos de este tipo se producen en el mundo-, no es inusual que ocurran si se dan las condiciones apropiadas. Y la llegada de Milton a la península aportó todos los ingredientes que hacían falta.

A simple vista, huracanes y tornados tienen algunas características similares que hacen que a veces la gente los confunda. Ambos involucran vientos extremos que giran horizontalmente y son muy destructivos.

Sin embargo, son fenómenos completamente diferentes en la mayoría de los aspectos: en su génesis, tamaño, duración y previsibilidad.

Formación: los ingredientes necesarios

Los huracanes o ciclones tropicales son grandes sistemas de decenas de tormentas convectivas que se organizan alrededor de un centro de baja presión. Los combustibles principales para su formación y desarrollo son el calor y la humedad que aportan las aguas de los océanos, que deben estar por encima de los 27 grados Celsius.

Por definición, los huracanes se forman sobre el agua y en su trayectoria pueden tocar tierra. Esto tiende a debilitarlos, precisamente porque dejan de recibir el combustible del océano. Sin embargo, en muchos casos no tocan tierra, y nacen y mueren sobre el agua. Cuando avanzan sobre una zona de menor temperatura, pierden combustible y se debilitan.

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Los tornados ocurre sobre tierra, en la gran mayoría de los casos.

Los tornados, en cambio, se forman a partir de una nube de tormenta particular llamada supercélula. Ocurren sobre tierra, ya que el calentamiento solar de la superficie contribuye al desarrollo de la tormenta eléctrica que genera el vórtice.

Para formarse, los tornados necesitan una atmósfera inestable, una capa de aire más frío y seco en altura, la formación de tormentas severas y, como factor clave, una cortante vertical de los vientos horizontales (o sea, un cambio en la velocidad o dirección del viento con la altura), conocida como cizalladura.

Si los vientos en los niveles bajos de la atmósfera son de una dirección (por ejemplo, desde el sur), y los vientos a mayor altitud son de una dirección diferente (como desde el oeste), el aire comienza a rotar horizontalmente.

La corriente ascendente fuerte dentro de la tormenta inclina este tubo de rotación horizontal y lo convierte en un vórtice vertical.

Los vientos rotativos del tornado forman el embudo que se retroalimenta y arrasa con todo a su paso, lo que le da esa coloración oscura, producto de la tierra y escombros que acarrea.

Extensión y duración

Los huracanes pueden tener cientos de kilómetros de extensión y vientos que pueden alcanzar los 250 km/h. La velocidad de avance de todo el sistema varía según la latitud en que se encuentre, pero en general oscila entre los 25 y los 50 km/h.

Los tornados, en cambio, no suelen tener más que unos 50 metros de diámetro y vientos que pueden llegar a los 500 km/h. Se desplazan a entre 30 y 60 km/h. Por fuera de la traza de destrucción que deja el embudo, las estructuras permanecen intactas.

tornados, huracanes
Huracanes y tornados necesitan ingredientes diferentes para formarse.

Como hemos visto innumerables veces, los huracanes tienen un ciclo de vida que dura varios días. Primero, se forma una depresión tropical que puede ir creciendo hasta alcanzar las categorías de huracán mayor (las categorías 3,4 y 5 de la escala Saffir Simpson).

En cambio, los tornados se forman subrepticiamente bajo una nube de tormenta. Nacen en segundos o pocos minutos y mueren en cuanto se quedan sin combustible.

Por todas estas características, se trata de fenómenos muy diferentes y que presentan desafíos muy distintos al momento de pronosticarlos. Esto implica que la preparación para uno u otro fenómeno es muy diferente también.

Los huracanes se pueden pronosticar con mucha más precisión. A medida que la depresión tropical va evolucionando, los modelos de pronóstico pueden ir estimando su posible desarrollo y trayectoria, con varios días de anticipación.

Esto permite a las comunidades en riesgo tomar medidas de prevención, como evacuar o ponerse al resguardo de los fenómenos que trae el ciclón, como vientos, marejadas y lluvias extremas.

Los tornados, como ya dijimos, nacen en cuestión de segundos. Es muy difícil pronosticar exactamente dónde y cuándo se va a formar uno. El estado del arte de las ciencias de la atmósfera permite anticipar cuando están los ingredientes indispensables para que ocurran tornados, monitorear minuciosamente la zona para identificarlo rápidamente y emitir las alertas inmediatas, que no suelen darse con más de 15 minutos de anticipación.

Milton y una combinación de amenazas

Milton llegó a Florida y, como dijimos, las decenas de tormentas que lo formaban encontraron en la tierra los ingredientes para desarrollar los tornados que vimos ayer, y que le dieron aún más dramatismo a la emergencia en la península.

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Los tornados se forman en cuestión de segundos o minutos.

Ambos son fenómenos sumamente destructivos, y su combinación es, seguramente, sinónimo de desastre.

Pero, a la pregunta por cuál es más peligroso, apelamos al veredicto final de la NOAA, experta en la materia: “Los huracanes tienden a causar mucha más destrucción que los tornados debido a su tamaño, duración y variedad de formas de dañar los artículos. La destructiva pared ocular circular de los huracanes (que rodea el ojo en calma) puede tener decenas de millas de diámetro, durar horas y dañar las estructuras a través de las mareas de tormenta, las inundaciones causadas por las lluvias, así como los impactos del viento”.