Inesperado: por qué plantar árboles podría empeorar la calidad del aire en zonas urbanas

Un estudio revela que algunas especies de árboles, en ciertos contextos urbanos, podrían traer un efecto contrario y terminar empeorando la calidad del aire.

Nueva York
Nueva York planifica elevar su cobertura arbórea del 22 al 30 %.

Muchas ciudades están plantando árboles para mejorar la calidad del aire, como medida de adaptación frente al cambio climático. Pese a la buena intención de estas iniciativas, los resultados podrían ir en contra de los objetivos propuestos, y resultar en un empeoramiento de la calidad del aire.

Así lo advierte una investigación de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, la Universidad de Columbia y la Universidad de Stony Brook.

Nueva York está llevando a cabo un ambicioso plan que aspira a elevar la cobertura arbórea del 22 % al 30 % de la superficie del estado. Para eso, está plantando dos especies: robles y liquidámbares, árboles nativos que ya forman parte de más de la mitad de los parques de la gran manzana y sus alrededores.

El estudio, que se publicó esta semana en Environmental Science & Technology, analiza el impacto de la ecologización urbana en la calidad del aire en Nueva York, mediante el cálculo de las emisiones de compuestos orgánicos volátiles (BVOC) biogénicos y su contribución a la formación de ozono.

El trabajo señala que no todas las especies funcionan igual. Entre los compuestos orgánicos volátiles, los árboles liberan isopreno, una sustancia química que reacciona con otros gases contaminantes del aire y producen ozono, una sustancia muy perjudicial para respirar.

Aunque la combinación entre isopreno y otros gases no representa un problema en zonas rurales, sí puede serlo en áreas donde el aire está muy contaminado, como Nueva York.

Arboles, nueva york
El isopreno interactúa con los gases contaminantes y puede producir ozono.

Los investigadores utilizaron un modelo MEGAN de alta resolución (30 m) para estimar la evolución de las emisiones de isopreno en distintos escenarios de cobertura de árboles.

De acuerdo a los cálculos, en un escenario en que la ciudad aumenta la forestación al 30 %, las emisiones de isopreno podrían aumentar entre 1,4 y 2,2 veces solamente en Manhattan.

Esto podría generar que los niveles de ozono se eleven entre 8 y 19 partes por mil millón, es decir, hasta un 30 %. Semejante aumento podría hacer que la ciudad exceda, con mayor frecuencia, los límites de calidad del aire considerados saludables en el país.

Los investigadores señalan que no todos los árboles producen la misma cantidad de isopreno. Los robles, por ejemplo, generan altos niveles de esta sustancia. Otros, como los ginkgos o los tilos, emiten mucho menos. Por eso no da lo mismo qué árbol plantar.

El verdadero problema es la contaminación, no los árboles equivocados

Los investigadores defienden la iniciativa y subrayan los múltiples beneficios de plantar árboles, como la captura de dióxido de carbono, la atenuación de la isla urbana de calor, y las mejoras en la salud física y el bienestar de las personas.

Todos estamos a favor de plantar más árboles. Traen muchas cosas buenas”, dijo la coautora del estudio Róisín Commane, química atmosférica del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Escuela de Clima de Columbia. “Pero si no tenemos cuidado, podríamos empeorar la calidad del aire”.

Los autores señalan que los árboles jamás podrían ser responsables de la contaminación del aire. El verdadero culpable es el alto nivel de óxido de nitrógeno (NOx), una sustancia proveniente de la combustión fósil y actividades industriales.

arboles
En entornos altamente contaminados, cada especie de árbol producirá efectos distintos.

Si este contaminante no existiera en el ambiente, no habría que preocuparse por las emisiones de isopreno, ni por la cantidad o tipo de árbol para reforestar. “Si redujeramos significativamente los NOx, los árboles no serían un problema”, explica el autor principal del estudio, el Dr. Dandan Wei.

No queremos transmitir la idea de que los árboles contaminan el aire. Son los automóviles, dijo el líder de la investigación.

En este sentido, la reducción de las emisiones de NOx y otros gases contaminantes va a un ritmo tan lento que se calcula que podrían pasar hasta 80 años hasta que las emisiones de isopreno de los árboles no contribuyan significativamente a la formación de ozono.

Como medida de adaptación al cambio climático, muchas ciudades están implementando planes de forestación urbana que apuntan a mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de los habitantes.

Esta investigación destaca la importancia de contar con datos precisos sobre la cobertura del suelo y la composición de las especies arbóreas para modelar las emisiones de compuestos orgánicos volátiles, y la necesidad de adoptar una mirada integral y holística en la planificación.

El estudio recibió el apoyo financiero de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) y de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Energético del Estado de Nueva York.



Referencia de la noticia:

Wei, A. et al. “High-Resolution Modeling of Summertime Biogenic IsopreneEmissions in New York City”. Environmental Science & TechnologyVolume 58, Issue 31August 6, 2024.