La alarmante realidad sobre el impacto ambiental de la Inteligencia Artificial

El impacto de la IA en el clima va más allá de sus emisiones Para entender cómo está contribuyendo la IA al cambio climático, hay que fijarse en la forma en que se utiliza.

Inteli Artificial
El único límite potencial para la Inteligencia Artificial (AI) es el daño ambiental que puede causar.

En julio del año pasado, el Washington Post lanzó un chatbot de Inteligencia Artificial (IA) llamado Climate Answers (respuestas climáticas en español) una sección experimental que aprovecha la inteligencia artificial para abordar las preguntas de los lectores sobre el cambio climático y así descubrir y explorar la información fidedigna de The Post sobre el tema, utilizando como referencia los artículos publicados por The Washington Post desde 2016 que se encuentran en las secciones Tiempo, Clima y Ambiente.

Una propuesta tan interesante, que podría echar luz sobre dudas que muchos lectores del periódico tienen sobre el cambio climático, no debería ser motivo de preocupación alguna. Sin embargo, surge la siguiente incógnita: ¿podría este chatbot favorecer el calentamiento global y, en consecuencia, motorizar el cambio climático?

El 1% de las emisiones globales de CO2 se generan al ver videos en línea, y se estima que en 2025 aumente al 8 %.

No hay actividad humana que no tenga impacto ambiental: al leer estas líneas en tu celular o PC, estás generando huella de carbono; al viajar, generás huella de carbono; respirar genera huella de carbono. Todos contribuimos a la generación de gases de efecto invernadero y por ello, en mayor o menor medida, somos responsables de la crisis climática.

Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad

Pues bien, usar la IA también produce una huella de carbono. Es cada vez más común que la Inteligencia Artificial sea utilizada para todo tipo de actividades, desde redactar tareas escolares a resúmenes ejecutivos, textos para redes sociales e inclusive hay chatbots que intentan emular a una psicóloga.

Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión y de valores más grande del mundo, predice que la Inteligencia Artificial afectará 300 millones de puestos de trabajo. Pero no es sólo ese el impacto: el aumento de la IA generativa provocará un crecimiento exponencial en la demanda de energía, dado que los cálculos de la IA requieren un mayor uso de datos que la búsqueda tradicional en Internet… y las emisiones de carbono resultantes son solo una parte de como la IA afectará al clima, ya que su impacto ambiental es ampliamente mayor a su huella de carbono.

energía eléctrica
Si sólo el 10 % de los trabajadores estadounidenses utilizara semanalmente la tecnología ChatGPT, la factura anual de electricidad equivaldría al consumo eléctrico de todos los hogares en Washington D.C.

Es que la mayor parte del daño ambiental potencial causado por la IA generativa se origina en la cadena de suministro necesaria para hacerla posible: desde la extracción de minerales para los chips y microchips que requiere la IA, la construcción de centros de datos adicionales y las mayores necesidades de procesamiento de datos, y el agua que alimenta a las torres de enfriamiento que disipan las elevadas temperaturas generadas por los servidores.

El costo del agua por cada consulta

¿Cuál es la huella azul de una pregunta simple en ChatGPT cuya respuesta no supera las 100 palabras?, le pregunté a ChatGPT. Y Chat GPT me respondió con el siguiente texto (119 palabras).

“La huella azul se refiere al uso de agua en la producción de bienes y servicios. En el caso de una pregunta simple a ChatGPT, la huella azul sería muy difícil de cuantificar de manera precisa, ya que no se trata de un producto físico que requiera agua en su producción directa.

Sin embargo, indirectamente, se puede considerar el agua utilizada en la refrigeración de los centros de datos y en la fabricación de los dispositivos que permiten el acceso a estos servicios. Aun así, en comparación con otras industrias, la huella azul de una sola consulta a un modelo de IA es generalmente muy baja y no se ha medido específicamente en este contexto”.

Simbiosis
Un brote crece de una placa de circuitos, simbolizando el futuro de la tecnología.

Como la respuesta del ChatGPT no resultó convincente, consultamos un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, Riverside, y la Universidad de Texas en Arlington (EE.UU.). Hallaron que, generar un texto de 100 palabras en ChatGPT consume, en promedio, 519 mililitros de agua. Casi medio litro de agua por una consulta puede parecer poco si lo analizamos de manera aislada. Si tan sólo el 10% de la población activa estadounidense utilizara este servicio semanalmente, el consumo anual de agua alcanzaría más de 435 millones de litros, cantidad suficiente para satisfacer las necesidades para consumo como para la higiene personal de 4.35 millones de personas, de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A nivel global, la infraestructura relacionada con la IA pronto podría consumir seis veces más agua que Dinamarca, un país de 6 millones de habitantes, mientras una cuarta parte de la humanidad carece de acceso a agua potable y saneamiento en la actualidad.

Palabras que consumen energía

Del mismo modo, los investigadores calcularon el consumo de cada respuesta de 100 palabras: en promedio son 0.14 kilovatios-hora (kWh), energía suficiente para alimentar 6 lámparas LED de 5 W durante una hora. Multiplicado por millones de usuarios, el impacto es sorprendente: si tan sólo el 10 por ciento de los estadounidenses utilizara esta tecnología semanalmente, la factura anual de electricidad equivaldría al consumo energético de todos los hogares de Washington D.C. (600.000 habitantes), durante 20 días.

Otros problemas adicionales

Una solicitud realizada a través de ChatGPT, consume diez veces más electricidad que una búsqueda de Google, según informó la Agencia Internacional de la Energía.

La mayoría de los centros de datos de IA a gran escala pueden tener un alto costo para el planeta. Los componentes electrónicos que albergan dependen de una cantidad asombrosa de materia prima: fabricar una computadora de 2 kg requiere 800 kg de materias primas. Además, los microchips que alimentan la IA necesitan tierras raras, que con frecuencia, son extraídos sin reparar en el daño ambiental.

Torre enfriadora
La cantidad de centros de datos ha aumentado de 500.000 en 2012 a 8 en la actualidad, , y los expertos esperan que las demandas de la tecnología en el planeta sigan creciendo.

Y a su vez, los centros de datos generan desechos electrónicos que pueden contener sustancias peligrosas, como mercurio y plomo.

En síntesis: cuando hablamos de IA debemos ser conscientes de que necesitamos invertir en tecnologías innovadoras que minimicen su huella ambiental. No hay soluciones mágicas ni alternativas si queremos aprovechar al máximo los beneficios de la Inteligencia Artificial.

Referencia de la noticia:

The Unpaid Toll: Quantifying the Public Health Impact of AI. Han Yuelin, Zhifeng Wu, Pengfei Li, Adam Wierman, and Shaolei Ren. ArXiv, (2024).