La basura espacial podría impedir futuras misiones a la Luna

Nuevas problemáticas podrían estar relacionadas con futuras misiones espaciales que involucren a la Luna. El aumento de los desechos espaciales alrededor de nuestro satélite podría crear un obstáculo importante.

basura chatarra espacial
Desechos espaciales en órbita terrestre.

Ya hemos hablado mucho en estos años en Meteored acerca del problema de la basura espacial en órbita alrededor de nuestro planeta. Ahora, los investigadores están realizando nuevos estudios para averiguar qué otras complicaciones podrían surgir por el aumento de la chatarra espacial, en particular de la que rodea a nuestro satélite, la Luna.

Sí, porque aunque obviamente son menos numerosos que los que se encuentran alrededor de nuestro planeta, sin embargo, hay muchos menos estudios.

Para los que orbitan la Tierra existe un catálogo para el cual se puede hacer una estimación teórica de su cantidad y distribución, y diversos organismos también realizan campañas de observación para identificar y seguir el comportamiento de estos objetos, no así para los que se encuentran alrededor de la Luna.

Basura espacial alrededor de la Luna

La primera misión para explorar nuestro satélite data de 1959 cuando la Unión Soviética, como parte del Programa Luna, envió la sonda Luna 1 al espacio y desde entonces varias misiones soviéticas y estadounidenses le han dejado basura allí y sus alrededores.

Por el momento, los expertos estiman que solo hay unas pocas decenas de escombros alrededor de nuestro satélite. En cuanto a los terrestres, ahora son satélites fuera de servicio, cohetes gastados y pequeños fragmentos vinculados a las diversas misiones que han afectado el espacio entre nosotros y la Luna.

En un futuro, sin embargo, se han planificado diversas misiones espaciales que tienen a nuestro satélite como objetivo intermedio o final, cada una de las cuales provocará, queramos o no, un aumento de la basura espacial en esta porción del universo. Por lo tanto, está claro que este problema podría crear en el futuro condiciones potencialmente peligrosas para las naves espaciales y los astronautas dentro de ellas.

La construcción del primer catálogo de basura espacial lunar

Por ello, para evitar que la Luna se convierta en un auténtico vertedero, Vishnu Reddy y Roberto Furfaro han puesto en marcha el proyecto de construir el primer catálogo de objetos espaciales cislunares del mundo a partir de telescopios preexistentes y bases de datos relacionadas con misiones lunares del pasado, para describir y rastrear los diversos desechos espaciales.

Este objetivo no es fácil de lograr por algunas razones, siendo las dos principales la gran distancia entre nosotros, los observadores, y la Luna; y la cantidad de luz solar que llega a nuestro satélite que, como bien sabemos, varía considerablemente a lo largo del tiempo.

Para dar una idea del alcance de estas complicaciones, considere que el espacio cislunar se extiende a más de 4 millones de kilómetros de la Tierra y ocupa un enorme volumen tridimensional, por lo que cualquier objeto dentro de él a esa distancia de nosotros es fundamentalmente diminuto.

El obstáculo debido a la luz del Sol en cambio genera una doble dificultad. Por un lado, cuando la cantidad de luz es mínima, como ocurre con la Luna, los desechos también se iluminan menos, reflejan menos luz, son menos brillantes y por tanto es más difícil encontrarlos. Por el contrario, incluso en condiciones de luna llena, cuando la luz solar que llega a esa porción del espacio es máxima, es cierto que estos fragmentos se iluminan más pero también es cierto que su brillo es en gran parte tapado por la alta luminosidad de la Luna.

Cómo se lleva a cabo el rastreo y la catalogación

Este proyecto de rastreo y catalogación se inició en 2020 y comenzó uniendo observaciones históricas de varios telescopios y bases de datos para identificar y confirmar restos ya conocidos; después, a través de un telescopio construido a tal efecto y situado en el Observatorio de la Biosfera 2, cerca de Tucson (Arizona), comenzó una nueva campaña de observaciones.

Una vez que el equipo de investigación ha encontrado un objeto en una órbita cislunar, utilizan telescopios ópticos capaces de observar la radiación en el infrarrojo cercano para captar su firma espectral, es decir, las longitudes de onda específicas que rebotan en su superficie, lo que nos indica el material del que está hecho el objeto. Y no sólo eso, utilizando de nuevo la luz reflejada y sus variaciones, es posible determinar la velocidad de rotación del objeto.

Después de identificar el objeto, se combina con misiones conocidas creando así un catálogo detallado.