La ciencia le pone rostro a Zosia, la “mujer vampiro” polaca, enterrada con cadenas y una hoz en el cuello hace 400 años
La joven fue sepultada en el siglo XVII en una tumba sin identificación, con una hoz en el cuello y un grillete en el pie, sospechada de ser vampira.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, con vampiro o vampira nos referimos a una “criatura legendaria que, una vez muerta, sale de su tumba por las noches para chupar la sangre de las personas dormidas”.
Según el folclore de varios países, es una criatura que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos (generalmente sangre) para mantenerse activo. En la cultura occidental, el prototipo de vampiro más popular es el de origen eslavo, personificado en un ser humano convertido a su muerte en un cadáver activo que se alimenta de sangre de humanos vivos. La forma en que un ser humano se convierte en vampiro varía entre la predisposición al nacer, por muerte prematura o violenta, por incumplimiento de rituales funerarios y/o religiosos, por una maldición o por la mordedura de otro vampiro.
No sabemos cuál ha sido el motivo por el que los habitantes de Pien, una localidad al norte de Polonia, decidieron enterrar hace cuatro siglos y en una tumba sin nombre, a una mujer joven de la que se aseguraron, no pudiera salir de su sepulcro.
La historia de Zosia
Un equipo de arqueólogos de la Universidad Nicolás Copérnico de Torun, una universidad pública en Polonia, decidió identificar a un cuerpo encontrado en 2022 en una tumba sin nombre. Lo llamativo del hallazgo fue la forma en que el cadáver había sido enterrado.
El arqueólogo sueco Oscar Nilsson, relata que la mujer fue enterrada con un candado en los pies y una hoz en el cuello, con la intención de que sea decapitada apenas se mueva o incorpore en el ataúd… después de muerta. Esta mujer era, a todas luces, una de las decenas de personas que los habitantes de la aldea hacia 1600, temían que fuesen vampiros.
Zosia, tal como la bautizaron los habitantes de Pien, era una joven de entre 18 y 20 años cuando murió. Según Nielssen, del análisis de ADN y sus restos, se pudo determinar además que la mujer sufría problemas de salud que le podrían haber causado fuertes dolores de cabeza y problemas de salud mental. El equipo de investigadores señala que las creencias en aquella época hacían de la hoz, el candado y determinados tipos de madera encontrados en la tumba de Zosia, tenían propiedades mágicas contra los vampiros.
La de Zosia fue sólo una de las 75 tumbas encontradas en el cementerio de Pien, que tenían esos “accesorios” mágicos. En los otros sepulcros anónimos, hallaron el cuerpo de un “niño vampiro” que había sido enterrado boca abajo y con un candado en el pie.
Reconstruyendo a Zosia
Nilsson comenzó la reconstrucción de Zosia, mediante el escaneo de su cráneo y la impresión en 3D de él, al que le fueron añadiendo capas de plastilina para moldear sus músculos, hasta formar un rostro realista. Se consideró, además del análisis de ADN para saber su género y la etnia, la estructura ósea, y con todo ello se pudo estimar la edad, el peso aproximado y la profundidad de los rasgos faciales.
De los objetos con que fue enterrada Zosia, se pudo determinar que pertenecía a una familia rica, ya que su tocado estaba hecho de seda con tenía hilos de oro o plata, un lujo para aquellas épocas, por lo que se presume que Zosia era de origen noble. La Edad Media fue una época de guerras y oscurantismo en la que ciertas creencias no distinguían clases sociales, y el miedo a lo desconocido moldeó rituales funerarios extremos. Probablemente Zosia, al ser una persona destacada por entonces, fuera por ello acusada de tener capacidades sobrenaturales.
“Es emocionante ver un rostro regresar de los muertos, especialmente cuando conocemos la historia de esta joven”, declaró el arqueólogo sueco. “Darle una nueva vida como humana y no como el monstruo que creían que era es el mejor homenaje que le podemos hacer”