La Curva de Keeling, o cuán incapaces somos de vivir en armonía con la naturaleza
En 1958, Charles Keeling llegó a Hawái con un objetivo en mente: registrar la concentración de CO2 en la atmósfera terrestre. Así fue el inicio de uno de gráficos más famosos del planeta.
Para su tesis doctoral, Charles David (Dave) Keeling se propuso investigar los equilibrios entre el carbonato en las aguas superficiales, la piedra caliza y el dióxido de carbono (CO2) atmosférico. Para ello, tuvo que construir un dispositivo de precisión para medir el CO2 extraído del aire y de muestras de agua acidificada.
Era 1953 y comenzó tomando muestras en Pasadena, California, donde Keeling encontró significativas variaciones en la concentración de CO2, las que atribuyó a las industrias de la zona. Para obtener muestras menos “contaminadas’, se fue a Big Sur, una zona poco poblada de California donde las montañas emergen abruptamente del océano Pacífico. Los resultados aún no le satisfacían, y se propuso lograr más mediciones.
Keeling convenció al Servicio Meteorológico de los EE.UU. y al Instituto Scripps de Oceanografía de la UC San Diego de crear un programa global para medir la concentración de CO2 en la atmósfera en lugares remotos del planeta, como el Polo Sur y la isla de Hawái.
En marzo de 1958 se comenzaron a registrar datos de CO2 en Mauna Loa, y en el primer día Keeling detectó una concentración de CO2 atmosférico de 313 partes por millón (ppm). Y aquí descubre un patrón: la concentración de CO2 en Mauna Loa había aumentado 1 ppm en abril de 1958 hasta un máximo en mayo, cuando comenzó a disminuir hasta alcanzar un mínimo en octubre. Después de esto, la concentración volvió a aumentar y repitió el mismo patrón estacional en 1959. Keeling había descubierto la variación estacional del CO2 en la atmósfera terrestre.
Pero en 1959 la concentración promedio de CO2 había aumentado y aumentó aún más en 1960. Esto motivó a Keeling a anunciar su segundo descubrimiento: el aumento del CO2 atmosférico debido a la combustión de combustibles fósiles por parte de la industria y los cambios en el uso de la tierra.
¿Por qué es importante la Curva de Keeling?
Estos dos hallazgos significativos fueron los que cimentaron el origen de la globalmente famosa "Curva de Keeling", que ya lleva 65 años y que representa uno de los registros geofísicos más importantes jamás realizados. Desde entonces, el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera ha sido implacable, lo que explica el aumento de la temperatura media global vinculándolo en particular con el uso cada vez mayor de combustibles fósiles.
Al día de hoy, la ciencia no ha encontrado otro argumento tan contundente que explique un calentamiento global como el actual, que es aproximadamente 10 veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento desde la Edad de Hielo.
La forma de "serrucho" de la curva de Keeling, marca la variación estacional del CO2; la curva ascendente indica que el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera no se detiene.
Recordemos que el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero de larga duración que calienta el planeta. La ciencia ha determinado que el CO2 generado por la actividad humana, ha aumentado 250 veces más rápido que el originado por fuentes naturales después de la última Edad de Hielo.
Este incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera está causando un aumento en las temperaturas medias globales, lo que conocemos como “calentamiento global”. Y ese calentamiento a largo plazo del planeta, el más veloz en los últimos 65 millones de años, está provocando cambios en los patrones climáticos en todo el planeta, incrementando los eventos meteorológicos extremos y sus impactos, lo que denominamos “cambio climático”.
Lo que nos muestra esta curva es, en definitiva, cuán amigables y respetuosos somos con el mundo que nos rodea.
Recuerdos del futuro
Cuando el hombre llegó a la Luna en 1969, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era de unas 324.6 ppm y la temperatura media global era de 11.1 ºC. Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, era de 356 ppm y la temperatura media global era de 11.2 ºC. Cuando surgió la COVID-19 en 2019, la concentración de CO2 alcanzó las 411.7 ppm y la temperatura media global alcanzó los 12.0 ºC. Los datos de 2022 nos indican 418.6 ppm de CO2 en la atmósfera, con 13.3 ºC de temperatura media global. Se estima que para el 2050 puede llegar a las 450 ppm (2 ºC) y es muy probable que alcance las 500 ppm (3 ºC) antes del final de siglo.
Si bien en épocas geológicas anteriores, las concentraciones de CO2 han sido superiores a las de la actualidad, somos la primera generación de seres humanos que vive en un mundo con este nivel de CO2 en la atmósfera.
La ciencia no tiene dudas en responsabilizar de esta situación a la actividad humana, lo que para muchos científicos marca el inicio del Antropoceno, una nueva era geológica donde la rápida acumulación de gases de efecto de invernadero y los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de los recursos naturales, modifican el clima terrestre y repercute en su biodiversidad.
Análisis geológicos muestran que los niveles actuales de CO2 son más los más altos en los últimos 4.5 millones de años. En aquella era geológica, el Plioceno, el nivel medio del mar era unos 25 m más alto que en el presente. Y la temperatura era entre 2 ºC y 3 ºC por encima de la era preindustrial.
Si miramos nuestro pasado, veremos nuestro futuro.