La increíble vida del insecto más haragán del planeta
Los científicos intentan descubrir si este insecto es realmente el más perezoso del reino animal o si en el fondo esconde una sabiduría evolutiva que otros animales no han alcanzado.
En el remoto y árido interior de Australia, donde el calor extremo y la sequía dominan el paisaje, vive un insecto que rompe todos los esquemas del esfuerzo animal. Se trata del Dunatothrips aneurae (Thysanoptera), un diminuto miembro de la familia de los trips, que, con menos de 3 mm de longitud y un temple inigualable, parece haber decidido que su misión en la vida es hacer… nada.
Bueno, nada o casi nada. No vuela, no busca comida activamente, ni siquiera repara su propio nido de seda si se rompe. Pero, ¿cómo es que este holgazán no solo sobrevive, sino que lo hace en un clima extremo? Los científicos se han propuesto responder esta pregunta y han descubierto algunos secretos que hacen de este insecto un verdadero profesional del no hacer nada.
Una vida de mínimos esfuerzos
El Dunatothrips aneurae tiene una rutina que cualquier fanático del sofá envidiaría. Construye mini nidos de seda en los árboles de acacia, como minúsculas hamacas, y prácticamente no abandonan ese refugio a menos que no les quede más remedio.
Son vegetarianos pacifistas que se alimentan muy superficialmente de la planta, sin causar ningún daño. Nada de grandes banquetes ni de ataques voraces como otros insectos; un poco de “verde” al día y listo. ¿Depredadores? Ninguno conocido. De hecho, su mayor preocupación es evitar secarse al sol si su nido se daña, cosa que, claro, prefieren no arreglar ellos mismos.
Este estilo de vida tan peculiar hizo que un grupo de científicos pasara varios veranos bajo el sol australiano, con lupa en mano, estudiando la vida social de los Dunatothrips. “Estos bichos son los auténticos campeones de la pereza”, comenta uno de los investigadores entre risas. Al observarlos en grupo, se dieron cuenta de algo sorprendente: mientras algunas hembras del grupo se ocupaban de reparar el nido o de las pocas tareas domésticas, otras no hacían absolutamente nada. Así, con total descaro, simplemente se quedaban quietas, aprovechándose del esfuerzo ajeno para disfrutar de los beneficios del hogar sin mover un solo “dedo”.
¿Una cuestión evolutiva o pura vagancia?
Para entender este extraño comportamiento, los científicos diseccionaron tanto a los que ayudan como a los que no, pensando que tal vez los “perezosos” estaban especializados en la reproducción, como pasa con las reinas de las abejas. Pero nada de eso. Resulta que quienes ponían huevos eran las hembras activas, las mismas que también hacían las reparaciones. En cambio, los que no colaboraban tampoco parecían tener otro propósito en la vida más que permanecer estáticos.
Entonces, ¿cuál es el secreto evolutivo de estos insectos para sobrevivir sin aportar nada al grupo? Quizás, especulan los investigadores, sea una cuestión de “calidad de vida”. La naturaleza no siempre produce individuos perfectos; algunos nacen con genes desfavorables o simplemente “les tocó mala mano” en la lotería de la vida.
Para estos trips de baja calidad, participar mínimamente en las actividades del nido es la única estrategia de supervivencia. No pueden criar su propia familia ni construir un nido por sí mismos, así que eligen “colarse” en el trabajo ajeno.
El secreto para no ser expulsado del grupo: un pacifismo a prueba de todo
Lo más curioso es que estos parásitos de la pereza no parecen despertar rechazo entre sus compañeras de nido. Cualquier otra especie ya habría expulsado a estos miembros tan inútiles, pero los Dunatothrips muestran una tolerancia sorprendente. Según los científicos, esto podría deberse a su personalidad pasiva. Son tan tranquilos que, incluso cuando sus nidos son invadidos por otras especies de trips, como el recién descubierto Akainothrips, simplemente se hacen a un lado y dejan que los visitantes se queden, sin conflictos ni peleas.
Este comportamiento tan pacifista podría explicarse por el peligro que conlleva vivir en un clima tan hostil. En cualquier momento, un intento de pelea puede llevar a un accidente fatal: una caída, un golpe de calor, o la exposición prolongada al sol abrasador. Por eso, los Dunatothrips parecen haber decidido que la supervivencia grupal es más importante que las disputas individuales.
Mientras todos sigan respirando y contribuyendo con algo de humedad en el nido, aunque sea solo al exhalar, cada individuo aporta a la supervivencia colectiva. Al final, el Dunatothrips aneurae nos demuestra que en el mundo animal también existen “estrategias de mínimo esfuerzo” que funcionan.
Referencia de la noticia:
James D. J. Gilbert, Investigating the role of non‐helpers in group living thrips, Journal of Animal Ecology (2024). DOI: 10.1111/1365-2656.14204
https://theconversation.com/are-these-tiny-insects-the-worlds-most-bone-idle-bugs-242454