Las turbulencias severas son más frecuentes y la causa es el cambio climático, según los estudios
El aumento de la temperatura global favorece los eventos de turbulencia. Los sistemas de detección y las medidas de seguridad en vuelo se vuelven cruciales.
Las turbulencias que experimentaron los vuelos de Singapore Airlines y Qatar Airways volvieron a poner a estos fenómenos en el centro de la conversación. Según los últimos estudios científicos, las turbulencias podrían convertirse en un problema cada vez más frecuente debido al cambio climático.
La turbulencia es el cambio repentino y caótico en el movimiento de un fluido. En meteorología, ese fluido es la atmósfera.
Los tipos de turbulencia más comunes para la aviación son la orográfica (inducida por el terreno); la termal (debida a la convección); y la turbulencia de aire claro (CAT), que se produce por la cortante (diferencia en la velocidad o dirección del viento) horizontal y/o vertical, en condiciones de ausencia de nubosidad.
En casi todos estos casos es posible –y muy importante- pronosticarlas e incluso observar en tiempo real aquello que la genera, (por ejemplo, una tormenta) a través de radares y otros instrumentos. Esto permite que, en los aviones, se indique a los pasajeros que deben abrocharse el cinturón de seguridad.
Pero las turbulencias de aire claro son, por ahora, muy difíciles de pronosticar y de identificar con métodos de detección remota. Por eso suelen ser sorpresivas. Y, debido al cambio climático, podrían ser cada vez más frecuentes.
Cambio climático y aumento de turbulencias
En 2023, una investigación de la Universidad de Reading analizó los eventos de turbulencia reportados entre 1979 y 2020 en el Atlántico Norte, la zona con las rutas de vuelo más transitadas del mundo.
Los autores señalaron al cambio climático como responsable de estas cifras. “Nuestro estudio representa la mejor evidencia hasta el momento de que la CAT ha aumentado en las últimas cuatro décadas y estos hallazgos son consistentes con los efectos esperados del cambio climático”, sostienen los autores del trabajo, que se publicó en la revista Geophysical Research Letters.
“Esto se debe a que la atmósfera superior se está calentando más rápido en los trópicos que en las regiones polares, como resultado de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta mayor diferencia de temperatura entre latitudes bajas y altas aumenta la cizalladura del viento en las corrientes en chorro, lo que a su vez favorece la formación de parches de aire turbulentos”, explicó Isabel Smith, investigadora de turbulencias del Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading.
Mejorar la detección y respetar las medidas de seguridad en los vuelos
Este mismo estudio indica que las turbulencias cuestan a la industria de la aviación alrededor de 200 millones de dólares al año en Estados Unidos, debido a la fatiga de la estructura de los aviones, el mantenimiento y las lesiones sufridas por pasajeros y tripulantes.
"Deberíamos invertir en sistemas mejorados de predicción y detección de turbulencias para evitar que el aire más agitado se traduzca en vuelos más accidentados en las próximas décadas", dijo a la BBC Paul Williams, coautor del estudio.
Por su parte, el Secretario de Transporte de Estados Unidos, Pete Buttigieg, sostuvo esta semana que “las consecuencias del cambio climático ya están sobre nosotros en términos de transporte”.
El funcionario explicó que “hay protocolos que indican cómo los pilotos que encuentran turbulencias deben informarlo a otros vuelos que transitan en la misma ruta, pero necesitamos reevaluar estos procesos constantemente, de cara al hecho de que estos eventos son cada vez más frecuentes y severos”, sostuvo el funcionario.
A pesar de la incomodidad que causan las turbulencias para los pasajeros y las tripulaciones, los especialistas recuerdan que las turbulencias extremas siguen siendo las menos frecuentes y que, en general, no dañan las aeronaves.
Isabel Smith indicó que “la gente debe recordar que encontrarse con turbulencias severas todavía es muy raro”.
En sintonía, Carlos Rinzelli, piloto con más de 20 mil horas de vuelo en 4 décadas de experiencia, subrayó que “las turbulencias no derriban aviones. Es un fenómeno meteorológico que hay que observar y tomar las precauciones necesarias de cada vuelo".
"Es importante indicar que si un pasajero o tripulante está con el cinturón de seguridad abrochado durante el vuelo, la persona no sufrirá daños severos ni terminará rebotando en el techo”, explicó el piloto a Infobae.
Referencia de la noticia:
Mark C. Prosser, Pablo D. Williams, Graeme J. Marlton, R. Giles Harrison. Evidence for Large Increases in Clear-Air Turbulence Over the Past Four Decades. Geophysical Research Letters Volume50, 16 June 2023