Los árboles crecen más grandes, pero son cada vez más débiles y menos efectivos contra el cambio climático
Una nueva investigación realizada por ecólogos forestales analizó cómo el cambio climático está afectando uno de los principales recursos del ser humano: la madera.
A medida que aumentan las temperaturas globales, los árboles de las zonas más frías se benefician de una temporada de crecimiento más prolongada. Esta circunstancia proporciona a los árboles un mayor lapso para desarrollarse, lo que potencialmente conduce a un aumento en su tamaño general y a una producción de madera más abundante.
No obstante, las investigaciones indican que las temporadas de crecimiento prolongadas pueden debilitar la estructura de la madera, tornando a los árboles más propensos a daños. Consecuentemente, los troncos se vuelven susceptibles a quebrarse con mayor facilidad. Además, se vuelven más vulnerables a sequías, al estrés por calor y a nuevas plagas y enfermedades. Esto ocurre debido a que requieren una mayor cantidad de agua y nutrientes para sostener su crecimiento acelerado, resultado de las elevadas temperaturas.
El acelerado crecimiento de los árboles
En el último siglo, en las regiones templadas de América del Norte y Europa, los árboles han experimentado un incremento notable en su tasa de crecimiento, hasta un 77% superior en comparación con el siglo previo. Esta aceleración está relacionada con la formación de anillos más gruesos en sus troncos.
A primera vista, un aumento en la velocidad de crecimiento podría interpretarse como una mayor generación de biomasa, lo que sugeriría una mayor capacidad para almacenar carbono y, por consiguiente, una contribución más significativa de los bosques en la lucha contra el cambio climático. En otras palabras, una tasa de crecimiento incrementada podría traducirse en una disponibilidad mayor de madera para diversas necesidades.
No obstante, como ya expresara William Shakespeare, "las expectativas suelen fallar, generalmente allí donde más prometen".
No tan efectivos frente al cambio climático
La temperatura promedio global ha superado en alrededor de 1,15 °C la media preindustrial (1850-1900), y se prevé que este aumento continúe en los años venideros. Aunque esto podría conducir, por un lado, a una expansión a nivel mundial de los bosques, es probable que reduzca su capacidad de absorber carbono.
Un estudio de la Universidad Técnica de Múnich en Alemania analizó la tasa de crecimiento de los árboles y las propiedades de su madera durante el último siglo. Descubrió que un aumento en la tasa de crecimiento estaba asociado a una disminución en la densidad de la madera, que oscilaba entre el 8 y el 12 %.
Además, se observó que a medida que la densidad de la madera disminuía, su contenido de carbono también se reducía en un 50%. Este hallazgo insinúa que los árboles extraen menos dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
Sumado a su capacidad limitada para capturar y almacenar carbono atmosférico, la menor densidad de la madera podría afectar la resistencia estructural de los troncos. La madera desempeña un papel fundamental en el sostén de los árboles, de modo que la disminución en densidad se traduce en una menor capacidad para resistir los esfuerzos mecánicos derivados del viento o de la gravedad en pendientes pronunciadas.
Complicando aún más la situación, una investigación reciente ha demostrado una conexión entre la velocidad de crecimiento y la longevidad de los árboles: aquellos que crecen de manera acelerada tienen una vida más breve.
La interacción entre los árboles y el clima demuestra que las consecuencias del cambio climático no se limitan a lo superficial. Estas revelaciones nos recuerdan que la naturaleza es un sistema intrincado y sutil, donde cada alteración tiene ramificaciones inesperadas. Todo anillo de madera cuenta una historia, una que nos recuerda la urgencia de considerar cada acción en el contexto de nuestro planeta en transformación.