Ni Amazonas, ni océanos. ¿De dónde viene el oxígeno que respiramos?
El oxígeno que tenemos para respirar no proviene del océano o de las selvas contemporáneas, se creó hace millones de años. Entonces, ¿hay peligro de que el oxígeno se acabe para los humanos?
No hay nada más fundamental para los humanos que el oxígeno. Es tan importante que muchos discursos mencionan la procedencia de este gas con frases como “el 50% del oxígeno que respiramos proviene de los océanos” como forma de concientizar sobre la importancia de la conservación de este recurso. Y, aunque la pérdida de oxígeno en los océanos es un problema real para la vida marina, no representa una amenaza para el oxígeno del que dependemos los humanos.
Esto no quiere decir que las selvas y océanos no generen oxígeno, de hecho, lo hacen en grandes cantidades. Pero en el océano, al igual que en los ecosistemas terrestres, la mayor parte de lo que se produce es consumido por los propios organismos que viven ellos resultando en un balance de oxígeno que es casi neutro. En resumen, consumen lo que generan y no aportan al oxígeno que usamos el resto de las especies.
Entonces, ¿de dónde viene el oxígeno que respiramos?
Durante los primeros 2 mil millones de años de la Tierra, la cantidad de oxígeno era realmente muy baja, aproximadamente el 0.001% de los niveles actuales. La aparición de las bacterias, plantas microscópicas en los océanos (fitoplancton) y, más tarde, enormes plantas terrestres que realizaban fotosíntesis causó un asombroso aumento del oxígeno en la atmósfera. Y desde hace unos 500 millones de años, esa cantidad se mantiene prácticamente estable.
“El oxígeno que está presente en la atmósfera procede del evento de la "Gran Oxigenación", que ocurrió con el desarrollo de la fotosíntesis hace millones de años, y es ese oxígeno el que continúa siendo el legado que encontramos en la atmósfera y el que mantiene nuestra respiración”, explica el biólogo Carlos Duarte en una entrevista. “El oxígeno que respiramos actualmente proviene de la lenta acumulación de O₂ en la atmósfera sustentada por el entierro de materia orgánica durante escalas de tiempo muy largas, cientos de millones de años, y no de la producción contemporánea de la biosfera terrestre o oceánica”, aclara.
Entonces sí, el océano es responsable de aproximadamente el 50% del oxígeno primario producido en el planeta, pero no es responsable del 50% del aire que respiramos los humanos. Estamos viviendo con una reserva que se creó durante millones de años y que la tenemos gracias a que el balance de los otros procesos en la Tierra es cero.
¿Cuánto oxígeno nos queda?
Mucho. “La reserva de oxígeno en la atmósfera es tan enorme, que si pudiéramos hacer un experimento mental de apagar la fotosíntesis y que no hubiera nueva producción de oxígeno en la biosfera”, añade Duarte, “podríamos seguir respirando, no solo nosotros, sino todos los organismos del planeta, durante tres mil años o más, sin que se consumiera todo el oxígeno. El reservorio de oxígeno es realmente enorme”. Ya en 1970, el destacado geoquímico Wally S. Broecker reconoció que si pudiéramos quemar todas las reservas conocidas de combustibles fósiles, consumiríamos menos del 3% de nuestra reserva de oxígeno.
Aún si cortáramos o quemáramos todos los bosques y oxidamos todo el carbono orgánico almacenado en la vegetación y los suelos superficiales en todo el mundo, solo se produciría un pequeño agotamiento del oxígeno atmosférico y podríamos seguir respirando durante varios milenios más. Entonces, si bien hay muchas cosas de las que preocuparse en nuestro futuro climático, la disponibilidad de oxígeno para los organismos que respiran aire (incluidos los humanos) no es una de ellas.