Los peligros de la montaña: cómo evitar accidentes
Una reciente tragedia en la cordillera de los Andes dejó el saldo fatal de tres andinistas argentinos muertos. Repasamos la gran cantidad de peligros que acechan en la montaña y cómo evitar accidentes al escalar.
Como en todo espacio al aire libre, en la montaña asechan múltiples riesgos, algunas cuestiones pueden ser previstas y pronosticadas, pero cuando el ser humano está plenamente expuesto a la imponderable naturaleza siempre se corren riesgos, incluso aunque se trate de profesionales y su preparación para afrontar el desafío resulte óptima.
Una nueva tragedia ocurrió recientemente en la cordillera, tres andinistas argentinos desaparecieron el 30 de noviembre, fecha en la que se suponía que estarían realizando el descenso del Cerro Marmolejo, que se encuentra ubicado en el límite fronterizo entre Argentina y Chile en la Cordillera de Los Andes. Lamentablemente, los tres cuerpos fueron encontrados sin vida el pasado lunes 4 de diciembre, según confirmaron desde Carabineros de Chile. Esto nos motiva a explicar los distintos tipos de peligros que los seres humanos enfrentan en la montaña.
El Cerro Marmolejo se vuelve muy atractivo para los montañistas de todo el mundo por el extenso glaciar de unos 20 kilómetros ubicado en su cima, a unos 6108 metros de altura. Es considerado el "seismil" más austral del mundo, no existen montañas más altas que esa hacia el sur. Los andinistas afirman que su vista es privilegiada porque permite apreciar la curvatura de la Tierra y los valles argentinos.
Es importante saber que las circunstancias en este medio no son como en la zona urbana (incluso en zona rural pero de fácil acceso), en la montaña no tenemos a nuestra disposición servicios sanitarios inmediatos, los tiempos de espera se alargan y situaciones banales para cualquier otro entorno, llegan a complicarse mucho en la montaña. Los riesgos en la montaña se pueden dividir en: peligros objetivos y subjetivos, en ambos casos la vida se pone en juego y puede de pronto resultar fatal.
Peligros 'objetivos' en la montaña
Este tipo de riesgos derivan de fenómenos de origen natural, ya sean: meteorológicos, geofísicos o ambientales.
La niebla: con buen o mal tiempo siempre es peligrosa en la montaña, más en un glaciar que sobre la roca. Se recomienda verificar siempre los pronósticos oficiales locales lo más actualizados posibles, para todas las variables que iremos mencionando.
El viento: provoca un descenso de la sensación térmica muy importante, alentando la hipotermia severa y llegando a la congelación. Si presenta ráfagas fuertes desestabiliza el terreno nevado muy fácilmente.
El viento blanco: cuando el fuerte viento levanta y arrastra la nieve en polvo, reduce severamente la visibilidad y puede llevar a la total desorientación de los montañistas, las huellas y puntos de referencia se borran rápidamente o quedan sepultados bajo montañas de nieve.
El viento Foehn: un viento cálido y seco que sopla a sotavento de la montaña (en Argentina recibe el nombre de Viento Zonda, y ocurre en los Andes), este viento ablanda la nieve y puede desencadenar aludes y causa una marcha muy fatigosa.
La lluvia: en la montaña convierte la roca y el hielo en superficies altamente deslizantes. Es muy peligroso en las escaladas de gran recorrido porque aumenta la dificultad de la misma y crece la fatiga.
La nieve: dependiendo del tipo de acumulación que se tenga será el peligro potencial. Los bloques de hielo de grandes dimensiones que ocupan a veces zonas muy extensas del glaciar, llamados séracs, son muy bellos de observar, pero también de los más peligrosos debido a su inestabilidad. Montañistas profesionales explican que, si la ruta trazada pasa entre séracs la marcha debe efectuarse en cordada, con máxima atención y evitando pasar entre bloques o pináculos muy amenazadores. La caída en una grieta es uno de los mayores riesgos en los recorridos por glaciares y cobra varias víctimas fatales al año en los picos del mundo.
Las rocas: el peligro es por el desprendimiento y caída de piedras por el propio peso de senderista, o por la acción de la naturaleza como el deshielo que arrastra sedimentos, el viento que erosiona y/o realiza fuerte presión, la lluvia o nieve que desestabiliza y desprende completamente. Se recomienda el uso del casco porque disminuye altamente las consecuencias fatales debidas a las caídas de piedras.
La noche: no se recomienda avanzar en el camino porque las bajas temperaturas, la falta de luz y la fatiga, pueden ocasionar accidentes. Es conveniente antes de que sea de noche localizar el lugar donde se va a acampar.
El Sol: la radiación ultravioleta nos afecta mucho más a mayor altura. Además de posibles quemaduras en la piel y ojos si no cuentan con la protección adecuada (cremas, gorros, gafas, etc,), aumenta la debilidad, deshidratación, mareos, etc.
Gran tempestad: cuando se combinan el viento, la lluvia, las muy bajas temperaturas, la niebla, la nieve y a veces hasta actividad eléctrica, se debe reflexionar sin perder la calma, y tomar con rapidez la decisión más conveniente en función de las circunstancias que nos rodean.
Los rayos: se deben evitar las cumbres, crestas, puntos elevados del terreno, árboles y rocas aisladas. De ser posible buscar un lugar seco, colocarse en cuclillas, lejos de una pared vertical y aislarse de la roca o el suelo por medio de cualquier material como mochila, cuerdas, etc.
Canales y cornisas de nieve o hielo: los canales son los medios naturales de transporte de material móvil que baja de las paredes, se recomiendan alejarse de los surcos producidos por las piedras o las descargas de hielo. Si, además en la cima cuenta con una cornisa que sobresale, el mayor peligro es su desprendimiento. Puede ocurrir por variaciones de la temperatura o por razones mecánicas. Los especialistas aconsejan avanzar siempre en la vertiente opuesta de aquella donde sobresale la cornisa.
Grietas: las más peligrosas son aquellas ocultas por una delgada capa de nieve o hielo, una grieta escondida se distingue por una coloración más clara que la nieve.
Aludes y avalanchas: dependen de la naturaleza del terreno, del tipo de nieve y de la temperatura. El 'alud de nieve en polvo' es nieve seca, ligera y sin cohesión, su principal peligro es la asfixia por penetración en los bronquios, si es imposible escapar de debe procurar ponerse de espalda, con la nariz y boca protegidas.
El 'alud de nieve fresca' es nieve pesada y húmeda que aumenta la lubricación y posibilidad de aludes lentos y muy pesados, son comunes en primavera cuando las horas de insolación aumentan. Su mayor peligro es el peso, se debe intentar permanecer en la superficie 'nadando' en la nieve antes de que se solidifique.
El 'alud de placa' la nieve tiene una coloración mate, blanca o amarillenta y una consistencia apretada, son rápidos y los que causan más accidentes porque son provocados por el propio escalador; y el 'alud de placa de viento' se forma a sotavento. Ambos aludes se descubren porque suenan a hueco si se golpea, y se recomienda progresar por estos lugares siempre verticalmente, sin desplazamientos transversales u horizontales.
Peligros 'subjetivos' en la montaña
Depende exclusivamente de la persona, y se puede dar como consecuencia de varios factores: la mala preparación física o psíquica, una evaluación incorrecta de las dificultades, escaso conocimiento del terreno, equipo inadecuado o defectuoso, fatiga nerviosa y muscular, retrasos, errores en la estimación de las condiciones y de la dificultad de un paso o de una travesía, no renunciar a tiempo, distracción que origina el desequilibrio, el paso en falso, no limpiar la nieve que se pega debajo de los calambres, el pie mal colocado en un peldaño, un movimiento brusco, etc.
La recomendación de los instructores en estos casos es "tener primero cabeza y luego músculos". Esto quiere decir, que si bien para el montañismo es obligatorio tener un entrenamiento físico importante que incluya fuerza, elasticidad y resistencia, nada de eso servirá si primero no se piensa cuál es la mejor manera de utilizarlo.