Las personas que consumen más carne roja procesada tienen más chances de sufrir demencia, indica un estudio de Harvard
Un estudio de la Universidad de Harvard ha revelado la relación existente entre el consumo de carne roja procesada, con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
El intestino tiene más neuronas que la espina dorsal y actúa independiente del sistema nervioso central, por ello desde hace unos años muchos lo apodan "el segundo cerebro". Es así que los médicos tienen cada vez más claro que la función de nuestro sistema digestivo va mucho más allá de simplemente procesar la comida que ingerimos. De hecho, en los últimos años, se ha hablado mucho sobre la relación entre lo que comemos y el cerebro.
En esta ocasión, la ciencia lo vuelve a demostrar, ya que un estudio reciente, publicado en la revista Neurology de la Academia Americana de Neurología, se analiza la relación sobre cómo el consumo de carnes rojas -especialmente las procesadas- podría afectar la salud de tu cerebro a largo plazo.
Un estudio de más de 40 años
Primero, hay que aclarar qué son las carnes rojas procesadas. Se refiere a productos cárnicos que han sido modificados mediante salado, curado, fermentación y ahumado. Los investigadores definieron la carne roja procesada como el tocino, las salchichas, el jamón y otros embutidos como la mortadela y el salame. Estos productos tienen altos niveles de conservantes, sal y grasas saturadas, lo cual se ha asociado con varios problemas de salud. La carne roja no procesada se define como cortes de ternera, cerdo, cordero y también las hamburguesas.
Los investigadores estudiaron durante 43 años los hábitos alimenticios de un grupo de 133.771 personas con una edad media de 49 años que no padecían demencia al inicio del estudio. El estudio encontró una relación significativa entre el consumo elevado de carnes rojas procesadas y un mayor riesgo de demencia. Las personas que comían más de 50 gramos al día de estos productos tenían un 44% más de probabilidades de ser diagnosticadas con demencia, en comparación con las que comían menos de 20 gramos diarios.
No se encontraron diferencias significativas en el riesgo de adquirir demencia entre aquellos que tenían un consumo moderado o alto de carnes rojas no procesadas.
Alimentos más procesados, más riesgos para la salud
Los investigadores concluyen que las dietas ricas en carnes procesadas en los que se come de forma habitual embutidos, salchichas o bacon, estaban asociadas con un riesgo un 13% más elevado de demencia.
El estudio revela además que las dietas en las que se sustituye la carne roja procesada por fuentes de proteínas como los frutos secos y las legumbres o el pescado, disminuye en un 20 % el riesgo padecer deterioro cognitivo.
La función cognitiva objetiva evaluada con métodos de diagnóstico estándar también fue peor entre quienes consumían más carne procesada, con un envejecimiento cognitivo acelerado de 1.6 años por porción diaria promedio. Cada porción equivale a 85 gramos de carne roja, aproximadamente el tamaño de un mazo de naipes.
¿Qué significa esto para la salud pública?
Estos hallazgos son importantes para la salud pública. Con el envejecimiento de la población mundial, la prevalencia de la demencia está aumentando, y es crucial identificar factores modificables que puedan ayudar a prevenir esta enfermedad. Reducir el consumo de carnes rojas procesadas podría ser una estrategia eficaz para disminuir el riesgo de demencia y mejorar la salud cerebral a largo plazo.
Es crucial aumentar la concienciación sobre los riesgos del consumo de carnes rojas procesadas. Las campañas de salud pública pueden ayudar a promover hábitos alimenticios saludables y reducir la incidencia de demencia. Los profesionales de la salud también deberían informar a sus pacientes sobre la importancia de una dieta equilibrada y sus efectos en la salud cerebral.
Los expertos sugieren limitar la ingesta de carnes rojas procesadas y optar por alternativas más saludables. Dietas ricas en frutas, verduras, granos enteros, pescados y fuentes de proteínas vegetales, como las legumbres y los frutos secos, han demostrado tener beneficios protectores para el cerebro. La dieta mediterránea, en particular, es conocida por sus efectos positivos en la prevención de enfermedades neurodegenerativas.