¿Podrían los riñones de los astronautas sobrevivir a un viaje de ida y vuelta a Marte?
La estructura y el funcionamiento de los riñones se ven alterados por los vuelos espaciales, y la radiación galáctica provoca daños permanentes que pondrían en peligro cualquier misión a Marte, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la UCL.
Los investigadores saben que los vuelos espaciales causan ciertos problemas de salud desde la década de 1970, en los años posteriores al primer viaje del ser humano más allá del campo magnético de la Tierra, más conocido como el primer alunizaje en 1969. Estos problemas incluyen pérdida de masa ósea, debilitamiento del corazón y de la visión y el desarrollo de cálculos renales.
Se cree que muchos de estos problemas son el resultado de la exposición a la radiación espacial, como los vientos solares y la radiación cósmica galáctica (GCR) del espacio profundo, de la cual el campo magnético de la Tierra nos protege en la Tierra.
Dado que la mayoría de los vuelos espaciales tripulados tienen lugar en órbita terrestre baja (LEO) y reciben una protección parcial del campo magnético de la Tierra, sólo las 24 personas que viajaron a la Luna estuvieron expuestas a la GCR sin paliativos y sólo durante un breve periodo de tiempo (de seis a 12 días).
Nadie ha estudiado los cambios que pueden ocurrir en los riñones y otros órganos como resultado de las condiciones que ocurren durante los viajes espaciales más allá del campo magnético de la Tierra durante períodos más largos.
El nuevo estudio buscó responder varias preguntas de salud
En este estudio, un equipo de investigadores dirigido por la UCL de más de 40 instituciones en los cinco continentes llevó a cabo una serie de experimentos y análisis para investigar cómo responden los riñones a los vuelos espaciales.
Se realizaron evaluaciones biomoleculares, fisiológicas y anatómicas utilizando datos y muestras de 20 grupos de estudio. Esto incluyó muestras de más de 40 misiones espaciales en órbita terrestre baja en las que participaron humanos y ratones, la mayoría de las cuales fueron a la Estación Espacial Internacional, así como 11 simulaciones espaciales en las que participaron ratones.
Siete de estas simulaciones involucraron ratas expuestas a dosis simuladas de GCR equivalentes a misiones de 1,5 y 2,5 años a Marte, imitando los vuelos espaciales más allá del campo magnético de la Tierra.
¿Cómo reaccionan los riñones ante este tipo de vuelo?
Los resultados indicaron que tanto los riñones humanos como los de los animales se "remodelan" por las condiciones en el espacio, con túbulos renales específicos responsables de afinar el equilibrio de calcio y sal que muestran signos de contracción tras menos de un mes en el espacio.
Los investigadores dicen que la causa probable de esta situación es la microgravedad y no la GCR, aunque se necesita más investigación para determinar si la interacción de la microgravedad y la GCR podría acelerar o empeorar estos cambios estructurales.
Anteriormente se suponía que la principal razón de la aparición de cálculos renales durante las misiones espaciales se debía únicamente a la pérdida ósea inducida por la microgravedad, que lleva a una acumulación de calcio en la orina.
En cambio, los hallazgos del equipo de la UCL indican que la forma en que los riñones procesan las sales se altera fundamentalmente con los vuelos espaciales y es probablemente el principal contribuyente a la formación de cálculos renales.
Quizás el hallazgo más alarmante, al menos para cualquier astronauta que esté considerando un viaje de ida y vuelta de tres años a Marte, es que los riñones de ratones expuestos a radiación que simula GCR durante 2,5 años sufrieron daños permanentes y pérdida de función.
Los autores afirman que, aunque los resultados identifican serios obstáculos para una misión a Marte, es necesario identificar los problemas antes de poder desarrollar soluciones.
Referencia de la noticia:
Siew, K., Nestler, K.A., Nelson, C. et al. Cosmic kidney disease: an integrated pan-omic, physiological and morphological study into spaceflight-induced renal dysfunction. Nature Communications (2024).