Polémica: científicos critican a una agencia de ONU por el uso incorrecto de un informe sobre emisiones de la ganadería
Académicos señalan que la FAO distorsionó un informe en el cual se destacaba el potencial de reducción de emisiones de la ganadería gracias al cambio en las dietas alimenticias.
Se estima que entre un 13 y un 23 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen de distintas actividades relacionadas con la agricultura, las que incluyen a las actividades ganaderas, forestales y de uso de la tierra. De ellas, la mayoría son atribuibles al ganado en forma de metano proveniente de los procesos digestivos y el estiércol, a la deforestación para el pastoreo y los cultivos forrajeros. Mientras que la producción mundial de carne aumentó un 39 % en las primeras dos décadas de este siglo, las emisiones agrícolas también aumentaron un 14 %.
En la cumbre climática COP28 de diciembre de 2023, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó el tercero de una serie de estudios sobre el problema de las emisiones de la ganadería llamado “Caminos hacia menores emisiones”, que fuera originalmente anunciado como “una visión integral actualizada” de las emisiones mundiales de la ganadería.
Para elaborar este informe, la FAO se basó en investigaciones realizadas por académicos de todo el mundo, metodología habitual en estos organismos. Pero este reporte enfrenta pedidos de retractación por parte de dos expertos clave citados en el mismo, quienes dicen que el documento “distorsionó gravemente” su trabajo.
La distorsión
En una carta enviada a la FAO por los académicos Paul Behrens, profesor asociado de la Universidad de Leiden, y Matthew Hayek, profesor adjunto de la Universidad de Nueva York, señalan que la organización hizo un mal uso de su investigación para subestimar el potencial de la reducción del consumo de carne para reducir las emisiones agrícolas.
En 2017, Behrens publicó un artículo donde evaluó los impactos ambientales de las dietas recomendadas a nivel nacional (NRD, por sus siglas en inglés) respaldadas por los gobiernos de la época, que desde entonces han quedado obsoletas. Muchos países, como China y Dinamarca, han reducido drásticamente su consumo recomendado de carne desde entonces, mientras que Alemania ahora propone una dieta basada en un 75 % de plantas en su NRD.
“Pero la FAO eligió el enfoque más duro e inapropiado para sus estimaciones y lo formuló de una manera que resultó muy útil para los grupos de interés que buscaban demostrar que las dietas basadas en plantas tienen un pequeño potencial de mitigación en comparación con las alternativas”.
Behrens y Hayek indican que además de utilizar NRD obsoletos, el informe de la FAO “subestima sistemáticamente” el potencial de reducción de emisiones de los cambios en la dieta alimenticia a través de lo que la carta llama una “serie de errores metodológicos”.
Los autores señalan que entre estas medidas se encuentran la doble contabilización de las emisiones de carne hasta 2050, la combinación de distintos años de referencia en los análisis y la canalización de datos que favorecen de forma inapropiada las dietas que permiten un mayor consumo mundial de carne. El documento de la FAO también pasa por alto el coste de oportunidad del secuestro de carbono en tierras no cultivadas.
Hayek agregó que la FAO citó de manera inapropiada un informe del que fue coautor y que medía todas las emisiones de la industria agroalimentaria, y lo aplicó únicamente a las emisiones de la ganadería. “No se trataba simplemente de comparar manzanas con naranjas”, dijo. “Era como comparar manzanas muy pequeñas con naranjas muy grandes”.
En consecuencia, el potencial de mitigación que supone reducir la cría de ganado se subestimó en un factor de entre 6 y 40, dijo.
Más críticas
A más de cinco meses del pedido de rectificación, y ante la falta de una respuesta seria por parte de la FAO, más de 20 científicos expertos han escrito a la agencia de alimentación de la ONU expresando su conmoción por el fracaso de esta en revisar o retirar el informe sobre las emisiones de la ganadería que contiene los errores mencionados.
Se entiende que las supuestas inexactitudes han restado importancia al potencial del cambio dietético para reducir los gases de efecto invernadero de origen agrícola, que representan poco menos de una cuarta parte de las emisiones antropogénicas totales, y que derivan principalmente de la ganadería.
Según The Guardian, Beth Crawford, científica jefe de la FAO, respondió a las críticas al describir la previsión de emisiones para 2050 basada en el NRD del informe como “una estimación aproximada”. “Se tomó esta decisión metodológica porque no existe una base de datos mundial sobre preferencias alimentarias ni ningún instrumento de política que respalde la adopción de dietas alternativas basadas en criterios ambientales, económicos y sociales equilibrados”, afirmó.
Pero Crawford no abordó otros puntos planteados por Behrens y Hayek, que “están relacionados con el mal uso de nuestros datos científicos”, pese a que Crawford afirmó que la FAO había recibido una “revisión rigurosa y exhaustiva” que respaldaba sus conclusiones por parte de un grupo de científicos dirigido por tres académicos nombrados.
Este asunto resalta la necesidad de contar con un nivel más alto de rigor científico por parte de la FAO, una "institución respetada de la ONU" en palabras de los mismos científicos firmantes, cuando los datos y las recomendaciones de políticas que proporciona tienen tanta influencia internacional.
Referencia de la noticia:
The Guardian: Scientists criticise UN agency’s failure to withdraw livestock emissions report