Por dormir mal, Argentina pierde más de 8.000 millones de dólares al año, indica un estudio
El 75 % de los argentinos presenta alguna alteración del sueño. Eso, no sólo repercute en la salud de las personas, sino también en su productividad... ¡y en su humor!
En diciembre de 2022, el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires publicó un estudio que indicaba que los argentinos tenemos problemas severos para dormir: a nivel nacional, un 75.95 % de los encuestados presentan una alteración del sueño de algún tipo, el 38.61 % presenta insomnio o sueño interrumpido y el 21.39 % duerme menos de las ocho horas recomendadas.
Estos resultados muestran sólo una parte de un problema multicausal y que por supuesto, tiene vinculación con un país con un gran nivel de imprevisibilidad económica.
Y es precisamente el aspecto económico relacionado con “dormir mal” el que no se había analizado hasta ahora. Pero un estudio realizado por investigadores argentinos, pudo determinar el costo agregado de dormir menos de lo aconsejado: si durmiéramos las 7 horas diarias recomendadas, el PBI sería 1,27 % más alto.
Dormir poco tiene consecuencias en la salud…
La cantidad de horas de sueño que son necesarias, dependen de varios factores, en particular de la edad. Así como los bebés, hasta el año necesitan dormir de 12 a 16 horas por día, y un adolescente de 8 a 10 horas, la cantidad de horas de sueño recomendadas para los adultos es de 7 horas por noche… o más.
En el caso de los adultos, dormir regularmente menos de siete horas por noche puede tener efectos en el rendimiento cognitivo, una mayor ansiedad e irritabilidad, baja autoestima y tono emocional, una disminución del apetito sexual y pérdida de la creatividad y productividad. También se los vincula con un estado de salud deficiente, que incluye aumento de peso, un índice de masa corporal de 30 o más y un mayor riesgo de enfermedades asociadas como diabetes, presión arterial alta, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y depresión.
Pero como si eso fuese poco, insuficiente descanso nocturno hace aumentar los conflictos interpersonales, una disminución en el rendimiento cognitivo puede acarrear consecuencias económicas, como, por ejemplo, la pérdida del puesto de trabajo; y la somnolencia diaria aumenta el ausentismo y tiende a ser el disparador de más accidentes de tráfico.
Y las consecuencias indirectas de estos efectos, es la tendencia a abusar de ciertas sustancias, como los estimulantes, sedantes, hipnóticos, alcohol y drogas para compensarlos.
… y en la economía
El sueño es un proceso fisiológico esencial, reconocido desde hace mucho tiempo por su papel fundamental en la salud y el bienestar humanos. Más allá de su importancia biológica, las investigaciones recientes han puesto de relieve la intrincada interacción entre el sueño y los resultados económicos. Un reciente estudio publicado en The European Journal of Health Economics, realizado por economistas de la Universidad de San Andrés (Argentina), le puso cifras al importante costo económico que se deriva de la falta de sueño y sus ramificaciones en diversos aspectos de la sociedad.
Comparado con el total, ese porcentaje puede parecer mínimo, pero en cifras equivale a más de 28 millones de jubilaciones mínimas o 1.3 veces el presupuesto 2025 de salud a nivel nacional.
La metodología empleada por los investigadores para la medición, ha sido similar a la usada en un estudio que midió en 2019, el costo del déficit de sueño sobre el PBI de cinco países de la OCDE: EE.UU, Japón, Inglaterra, Alemania y Canadá, obteniendo costos porcentuales en términos del PBI de entre el 1 % y el 3 %.
El sueño como enemigo
Según la publicación, el 1.27 % del PBI estimado corresponde al costo de oportunidad de tener en la actualidad a un 18 % de la población argentina durmiendo menos de seis horas por día y a un 27 % del total durmiendo entre seis y siete horas en cada jornada.
Esta problemática es global, promoviendo el auge de una nueva “industria del sueño” que, sólo en los Estados Unidos moviliza US$500 millones al año, casi el 1 % de la pérdida anual estimada en ese país por el déficit de sueño en productividad.
La luz artificial, la ubicuidad de las pantallas de TV, PC, celulares y tablets, han sido los grandes impulsores en esta reducción de las horas de sueño nocturno. Y a ello debemos sumar la gran oferta de entretenimiento, tales como juegos y series, a toda hora.
Reed Hastings, CEO de Netflix, en 2017 afirmó que las mayores amenazas que enfrenta el gigante del streaming no son sus competidores Amazon o HBO: “… cuando ves una serie de Netflix y te enganchas, te quedas hasta tarde viéndola. Realmente, y al final, estamos compitiendo con el sueño”.
Cómo dormir mejor
A nivel global hay una tendencia a mejorar las prácticas saludables, y entre ellas se cuenta la de dormir mejor. Si sigues estas recomendaciones, lo podrás lograr:
- Tener horarios regulares a la hora de acostarse y levantarse, inclusive los fines de semana. Así se facilita sincronizar el reloj biológico y poder dormir plácidamente toda la noche.
- Practicar actividades relajantes antes de acostarse, como leer, meditar o escuchar música suave.
- Es importante evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de ir a dormir, ya que la luz de las pantallas puede causar excitación.
- Evitar o limitar las siestas a menos de 30 minutos, especialmente si tienes dificultades para dormir.
- Hacer actividad física a diario ayuda a descansar mejor, pero evitarlas al menos tres horas previas al momento de acostarse.
- Reducir el consumo de bebidas con efecto estimulante (café, té, bebidas con cafeína), evitar el consumo de alcohol y tabaco, y de alimentos con mucho azúcar o chocolate, especialmente en las últimas horas del día.
- Y lo más importante: adaptar el dormitorio. Poca luz, temperatura moderada y evitar ruidos molestos, junto con disponer de un colchón y almohadas cómodas, son factores esenciales para lograr un sueño reparador.