¿Por qué sentimos calor con 30 °C si la temperatura corporal es de 36 °C?
Por todas las veces que nos controlamos la fiebre, sabemos que la temperatura normal de nuestro cuerpo es de aproximadamente 36 °C. ¿No resulta extraño, entonces, que con temperaturas inferiores se sienta que hace mucho calor? Te lo explicamos en esta nota.
La temperatura normal del cuerpo humano se encuentra entre los 36,4 y los 37,2 °C. Dentro de este rango las funciones metabólicas pueden desarrollarse de manera adecuada, y son temperaturas perfectas para evitar el crecimiento de bacterias y hongos usando la mínima cantidad de energía. Es decir que si nos mantenemos dentro de esos valores, podemos decir que estamos saludables y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿No deberíamos sentirnos cómodos cuando el aire que nos rodea se encuentra a una temperatura similar a la de nuestra piel?
Definitivamente esto no ocurre, y cuando hace 36 o 37 °C solo podemos pensar en el calor espantoso que hace y que no queremos salir de abajo del aire acondicionado. Incluso con temperaturas más bajas, sudamos, nos ponemos de mal humor o se nos van las ganas de cualquier actividad. Todo esto ocurre porque cuando el entorno está caliente, nuestro cuerpo se vuelve ineficiente para enfriarse.
Nosotros somos máquinas que trabajamos constantemente, y para eso debemos transformar un combustible, que para nosotros es nada más y nada menos que la comida, en energía. Y hay que decir que no somos tan eficientes, porque solo un 25% de lo que comemos termina como energía. El resto, se transforma en calor que tenemos que eliminar hacia afuera.
Ante la necesidad crítica de enfriarse, los humanos tenemos un montón de mecanismos naturales para perder calor: circula más sangre cerca de la superficie de la piel para transferir calor al medio, exhalamos el aire caliente y saturado de humedad, y evaporamos el sudor. ¿Pero qué pasa cuando afuera también hace calor?
Temperaturas no confortables
Seguro te acordas de alguna clase de termodinámica que el calor se transfiere desde el cuerpo de mayor temperatura al de menor. Y cuanto mayor sea la diferencia de temperatura entre los cuerpos, más rápido se produce esa transferencia.
Por lo tanto, cuanto más cerca esté la temperatura del aire a la corporal, más lento será el enfriamiento. Pero como nuestro metabolismo sigue trabajando y generando calor, a pesar de este lento enfriamiento luego de unos minutos nosotros nos estaremos sobrecalentando. Y si la temperatura ambiente sobrepasa los 36 °C, no solo no nos enfriamos, sino que recibimos más calor del entorno.
Además, solo nuestro interior está a 36 o 37 grados, la piel puede tener algunos grados menos, especialmente en la nariz, los dedos o las orejas. Oscila entre unos 33 y 36 °C. Entonces estas zonas dejan de perder calor mucho antes, y se reduce la superficie por la que lo eliminamos.
Se considera que la temperatura de la piel para el confort térmico (a la que nos sentimos cómodos) es de 30 °C para una persona desnuda, en reposo y en un día sin viento. Pero normalmente estamos vestidos y nos movemos, caminamos o realizamos alguna actividad cotidiana. Eso lleva a que en el día a día necesitemos temperaturas más bajas para considerar que está “agradable”.