¿Qué pasaría si viviéramos sin registro del tiempo? Esto es lo que demostró un famoso experimento dentro de una cueva
En 1962 un geólogo francés llamado Michel Siffre acampó dos meses en una cueva en los Alpes, solo y con una lámpara de minero como única fuente de iluminación, en uno de los experimentos más famosos en la historia de la cronobiología humana. Esta fue su experiencia.
El reloj, o actualmente el teléfono celular, se han convertido en instrumentos indispensables que acompañan minuto a minuto la vida de las personas para saber medir el tiempo.
Eso es lo que se preguntó en la década de 1960 un joven geólogo francés llamado Michel Siffre, quien en plena época de donde Estados Unidos y Rusia se disputaban la conquista del espacio, decidió en lugar de viajar hacia fuera del planeta hacerlo hacia adentro, en uno de los experimentos más famosos en la historia de la cronobiología humana.
Registro de tiempo mucho más lento dentro de la cueva
Siffre, quien falleció el pasado 25 de agosto a los 85 años en Niza, era un espeleólogo (científico que estudia las cuevas) quien en 1962, con solo 23 años, acampó dos meses en una cueva de un glaciar subterráneo en los Alpes a 130 metros de profundidad, solo y con una lámpara de minero como única fuente de iluminación, que utilizó de manera moderada para preparar su comida, leer y escribir en su diario.
"Puse un equipo a la entrada de la cueva. Decidí que los llamaría al despertarme, al comer y justo antes de irme a dormir. Mi equipo no tenía derecho a llamarme, para que yo no tuviera ni idea de qué hora era en el exterior", detalló en 2008 en una entrevista.
Durante las ocho semanas que permaneció en la cueva, Siffre comió y durmió solo cuando su cuerpo se lo pedía.
Además de informarle al equipo en superficie cada vez que lo hacía, el científico también realizaba dos chequeos: se medía el pulso y contaba de 1 a 120. Esto último lo llevó a uno de los descubrimientos más asombrosos del experimento.
El objetivo era que Siffre contara hasta 120, tardando un segundo por dígito, mientras sus colaboradores tomaban registro del tiempo real. Fue así como se dieron cuenta de que el científico llevaba un registro de tiempo mucho más lento.
"Me llevaba cinco minutos contar hasta 120. En otras palabras, psicológicamente experimenté cinco minutos reales como si fueran dos". Esta sensación de tiempo ralentizado se confirmó cuando Siffre finalmente salió de la cueva. Habían pasado dos meses, pero el científico estaba convencido de que solo había pasado uno. "Mi tiempo psicológico se había reducido a la mitad", señaló.
Ciclos de 48 horas
Los hallazgos de Siffre sugerían que, sin los ritmos circadianos que son guiados por la naturaleza a través de la salida y la puesta del Sol, nuestros cuerpos parecen tener un reloj interno que funciona aproximadamente en un ciclo de 48 horas.
Esta teoría fue reforzada a través de otros experimentos que realizó el espeleólogo francés a lo largo de sus más de 50 años de trayectoria, tanto utilizándose a sí mismo como sujeto de prueba como a otros.
Tras su "separación" de 1962 (como él mismo lo llamó) realizó cinco otros experimentos en cuevas con voluntarios (incluyendo una mujer), que duraron entre tres y seis meses cada uno.
Siffre observó que todos eventualmente entraban en este ciclo de 48 horas. "Tenían 36 horas de actividad continua, seguidas de 12 a 14 horas de sueño", relató.
El segundo gran experimento de Siffre
En 1972, diez años después de su primera estadía en la cueva de los Alpes, volvió a meterse bajo tierra, pero esta vez en EE.UU., y por mucho más tiempo.
"Me interesaba estudiar los efectos del envejecimiento en el tiempo psicológico. Mi plan era hacer un experimento cada diez o quince años para ver si se habían producido cambios en la forma en que mi cerebro percibe el tiempo", explicó.
También reconoció que quería sacarse la duda de por qué "todas las demás personas que había puesto bajo tierra tenían un ciclo de sueño/vigilia de cuarenta y ocho horas, excepto yo". Finalmente, en este experimento, que terminó durando 205 días (cerca de 7 meses), él también entró en el ciclo de 48 horas, pero no de manera regular.
"Tenía treinta y seis horas de vigilia continua, seguidas de doce horas de sueño. No podía distinguir la diferencia entre esos días largos y los días que duraban sólo veinticuatro horas", contó.
"A veces dormía dos horas o dieciocho horas, y no podía distinguir la diferencia". "Es el problema del tiempo psicológico. Es el problema de los humanos. ¿Qué es el tiempo? No lo sabemos", concluyó.
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