Qué son las ciudades esponja, el concepto urbano para enfrentar el cambio climático
Una estrategia para gestionar el agua de lluvia de manera sostenible transforma las ciudades en sistemas resilientes frente al cambio climático.
Es un hecho que el cambio climático exige respuestas innovadoras para enfrentar los eventos extremos cada vez más frecuentes, que amenazan la vida de millones de personas.
Frente a las lluvias torrenciales y las inundaciones urbanas, un concepto toma fuerza alrededor del mundo: las ciudades esponja, una estrategia que combina la ingeniería natural y la planificación para gestionar el agua de lluvia de manera sostenible.
Acuñado por el arquitecto paisajista Kongjian Yu, este enfoque prioriza la integración de soluciones basadas en la naturaleza en los entornos urbanos para reducir el impacto de lluvias extremas.
A diferencia de los sistemas de drenaje convencionales, basados en infraestructura gris, las ciudades esponja buscan imitar el comportamiento natural de los ecosistemas al absorber, retener y reutilizar el agua.
“Las ciudades esponja emplean superficies permeables que permiten que el agua se filtre en el suelo o se almacene de forma localizada y natural, en lugar de drenarse de inmediato, evitando las oleadas repentinas que saturan el drenaje urbano y las vías fluviales, y disminuyendo la escorrentía superficial que a menudo transporta sustancias contaminantes", explicó a El Mundo Yu, quién obtuvo el premio al mejor arquitecto paisajista del año por la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas (IFLA).
“Están diseñadas para gestionar el agua de una manera que copia los procesos hidrológicos naturales, lo que permite que las áreas urbanas y rurales absorban, almacenen y liberen gradualmente el agua de lluvia en lugar de dejar que se acumule”, dice el experto.
Además de ser útiles para prevenir inundaciones, las ciudades esponja pueden mejorar la calidad del aire y atenuar el efecto de las islas urbanas de calor. En tanto espacios verdes multifuncionales, pueden ser refugios de biodiversidad, zonas recreativas y favorecer el bienestar. Este enfoque holístico demuestra que la sostenibilidad puede ser compatible con el bienestar social
Tendencia en un mundo en crisis
China lidera el camino en la implementación de esta visión, y existen actualmente 33.000 proyectos en 13 provincias. Ciudades como Shanghái y Shenzhen han transformado sus espacios urbanos con proyectos de humedales y parques diseñados para manejar el agua de forma eficiente.
Shanghái, donde habitan 27 millones de personas y llueven 1300 milímetros por año, se ha propuesto convertir el 80 % de su superficie en ciudad esponja para el 2030. Para conseguirlo, se están reemplazando superficies impermeables por materiales porosos, que permitirán absorber el 70 % de las precipitaciones y reutilizar el recurso.
Además, el enfoque esponja promueve un cambio cultural al revalorar la relación entre las ciudades y el agua. Según Yu, las ciudades deben adaptarse a los ciclos naturales del agua en lugar de resistirlos, una filosofía que aboga por paisajes funcionales que sirvan tanto a los humanos como al medioambiente.
El éxito de este tipo de ciudades en China ha despertado interés a nivel global. Otros países, como Dinamarca y los Países Bajos, están impulsando iniciativas que replantean la infraestructura urbana para hacer frente a los desafíos climáticos.
En un mundo donde las lluvias extremas y las sequías son cada vez más frecuentes, este enfoque aparece como una estrategia prometedora para combinar resiliencia urbana y sostenibilidad ecológica. La clave, según el experto, está en trabajar con la naturaleza en lugar de combatirla.