La ropa de segunda mano es una plaga silenciosa: el impacto de la basura textil que desconocías
La “moda rápida” genera mucha ropa de segunda mano, muy poca se dona y la mayoría termina como basura textil que daña nuestra salud y la del planeta. Es urgente el control de esta plaga silenciosa.
Alguna vez te preguntaste ¿a dónde va a parar la ropa de segunda mano? La mayoría de las donaciones de ropa no se aprovecha, las comunidades más vulnerables no llegan a reutilizar las prendas y, en cambio, se quedan con todos los desechos textiles que contaminan la tierra, los cuerpos de agua y los enferman.
Solo el 1% de la ropa usada se recicla, la forma en que las personas se deshacen de las prendas no deseada ha cambiado, es cada vez más frecuente que tiren la ropa a la basura, impactando en nuestra salud y la del planeta, convirtiéndose en una plaga silenciosa.
La contaminación por la moda rápida o “fast fashion”
La industria textil es la segunda más contaminante después del petróleo, según la ONU. La producción textil utiliza muchísima agua, además de tierras para cultivar algodón y otras fibras. Para tener una idea de las magnitudes que maneja: para elaborar una sola remera de algodón se necesitan aproximadamente 2700 litros de agua dulce, que es la cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio.
Lamentablemente, desde los años 2000, la moda rápida se ha disparado y con ella la cantidad de ropa que se produce, pero también la que se tira. Estas acciones en alza tienen un muy negativo impacto ambiental.
La industria textil es responsable del 10 % de las emisiones de CO2 a la atmosfera y consume un 3 % del total del agua dulce. A pesar de ello, el consumo de ropa no para de crecer, y se estima que cada persona genera unos 20 kilos de residuos textiles al año.
Los microplásticos de los textiles se liberan durante los primeros lavados, la “moda rápida” fomenta entonces muchos de esos primeros lavados, ya que se basa en una producción en masa de prendas, con precios bajos y grandes volúmenes de ventas.
A través de las tintas y los productos de acabado, la industria textil es responsable de aproximadamente el 20 % de la contaminación mundial de agua potable. Una sola carga de ropa de poliéster en el lavarropas alcanza e verter 700 mil fibras de microplásticos, que pueden llegar a la cadena alimentaria con un impacto devastador en la salud de la población local, los animales y los ecosistemas donde se ubican las fábricas.
“En 2005, solo la etapa industrial de la cadena de confección de prendas representaba 1.6 % del PBI, hacia 2021 había bajado a 0.9 %, en Argentina. La pérdida de participación del sector es un fenómeno mundial derivado del avance de China en el comercio global, con productos a precios muy competitivos y por el espacio que fueron ganando sectores como la industria metalmecánica o química”, dijo al diario Clarín Nadia Shuffer, economista e investigadora de Fundar.
La ropa que “dona” occidente llega a África como una plaga contaminante
La ropa de segunda mano es una plaga silenciosa, los residuos textiles que llegan a vertederos crecen de manera acelerada. Según explica Sam Quashie-Idun, Jefe de Investigaciones de Noticias en Greenpeace África: “África ya no necesita tu ropa”.
Para entender esa frase es necesario explicar que, la ropa de segunda mano ha sido importante para la economía local de Ghana durante mucho tiempo. El mercado de Kantamanto, en Accra, establecido en la década de 1970, es uno de los mercados de segunda mano más grandes del mundo, con más de 30 mil trabajadores que venden, limpian, reparan y reciclan los desechos textiles de occidente.
Como ya te contamos, desde los años 2000 la moda rápida se ha disparado, los volúmenes de ropa que se produce y que se desechan están en alza, esto tienen un impacto ambiental fuerte. Este estilo, fast fashion, produce cantidades cada vez mayores de ropa de peor calidad y hace que la moda rápida sobreproducida llegue en toneladas abrumadoras a África, por ejemplo.
Los enormes volúmenes de exportaciones occidentales de ropa de segunda mano, en gran parte llegan a ciudades de África como Accra, inundando sus ferias y mercados de pulgas antes de asfixiar sus ríos y lagunas, contaminando luego sus playas y destruyendo la vida marina en los océanos.
Ghana recibe ahora un total anual de aproximadamente 152 mil toneladas de ropa de segunda mano, conocida como Oburoni Wawu, que literalmente se traduce como "ropa de hombre blanco muerto". Cada semana, alrededor de 100 contenedores de 12 metros de largo, llenos de más de 15 millones de artículos de moda, llegan al puerto de Tema, el más grande de Ghana, al este de Accra. Aproximadamente el 70% de estas prendas se envían al mercado de Kantamanto.
Sam Quashie-Idun explica que, en octubre de 2023 Greenpeace África unió sus fuerzas con colegas de Greenpeace Alemania en un viaje de investigación para documentar la situación en Ghana. Su objetivo fue averiguar los efectos que trae para la vida de las comunidades locales, y que es lo que los habitantes piensan de las grandes cantidades de ropa usada que se importan a su lugar, y de la idea de intervenir, una pequeña proporción, para enviar estas prendas de regreso a Europa, donde se originaron y pertenecen.
Los investigadores describieron zonas como enormes montañas de ropa y olor muy fuerte en el ambiente. “Subir a la cima era como estar de pie sobre los monumentos de nuestro consumo excesivo, un duro recordatorio de la contribución de la industria de la moda al colonialismo climático”, dijo Quashie.
Según los testimonios de los comerciantes en el mercado de Kantamanto, ellos pagan el equivalente a 280 dólares por una bolsa de estas prendas de segunda mano importadas, pero sus caras de decepción son inmensas cuando la mayoría de las veces descubren que solo la mitad de esas prendas tiene potencial para ser reutilizadas. Un duro recordatorio del engaño que rodea a este sistema comercial defectuoso, intrépido y tóxico.
Devolviendo a Europa su basura textil: repatriación de la moda
El grupo de Greenpeace, a cargo de la investigación, pidió a los comerciantes locales que recogieran prendas de segunda mano de la categoría "borla", que para ellos es sinónimo de que “no se puede reciclar, ni vender” (la mayoría de ellas de muy mala calidad y hechas de plástico).
Tomaron esas prendas y organizaron su transporte a un contenedor de envío puesto por el grupo de investigación. En una semana, reunieron suficiente ropa para llenar el contenedor de transporte de 6 metros. Contaron unas 19 mil prendas, con un peso de 4.6 toneladas. A través del análisis infrarrojo comprobaron lo que ya sospechaban, la mayoría de esas prendas estaban hechas con fibras sintéticas, lo que las convierte en fuentes de contaminación mucho más peligrosas.
Como podrán imaginarse, la ropa usada enviada a Ghana no suele hacer el viaje de vuelta. A este grupo les llevó mucho tiempo sortear los complicados procedimientos con funcionarios y aduaneros para sacar ese contenedor de Ghana y embarcarlo con destino a Europa, y los mismos problemas al llegar a Alemania para que ingrese.
Una vez allí comenzaron a investigar la ropa, evaluamos los tipos de prendas, los materiales de confección y las marcas que las fabricaron. Coincidiendo con la semana de la moda de Berlín, los activistas de Greenpeace Alemania colocaron el contenedor en la Puerta de Brandeburgo, creando una montaña de desechos textiles de 3.5 metros de alto y 12 metros de ancho.
El pedido es claro, que la industria de la moda y los gobiernos regulen este desastre y asuman la responsabilidad del peligroso problema que han creado, porque África, y ninguna región del mundo, es el basurero de otros.
Moda rápida: todos salimos perdiendo
La obsesión de occidente con la moda rápida no debería recaer sobre la población. Te contamos, a grandes rasgos, la toxicidad de las prendas de segunda mano y los daños que generan, pero los impactos de la moda rápida en África son solo un aspecto.
Las grandes marcas de indumentaria también están desperdiciando sus esfuerzos y los recursos que utilizan para fabricar moda rápida, contaminando con emisiones de gases de efecto invernadero. Necesitamos una regulación que prohíba este modelo de negocio destructivo de la moda express.
Greenpeace hace un llamamiento a los gobiernos, de la UE y la ONU/UNEA para que defiendan una Responsabilidad Extendida del Productor eficaz, para que las empresas se responsabilicen de sus productos y garanticen que “los contaminadores paguen” por este daño.
Se puede poner fin a este desastre también con nuestro aporte, por ejemplo, al promover y aceptar la moda y los diseñadores locales como una alternativa, podemos luchar contra la normalización de la moda rápida: reparando, reutilizando, compartiendo, recreando y eligiendo ropa de mejor calidad, y sobre todo dejando de consumir moda rápida hecha con plástico, elegir en su lugar géneros más nobles, en base a materiales naturales.
Referencias de la noticia:
Sam Quashie-Idun. “Return to sender: Why Africa doesn’t need any more of your clothes”. Febrero 2024, Greenpeace.
“El impacto de la producción textil y de los residuos en el medio ambiente”. Marzo 2024. Parlamento europeo.