Ruidos en casa: ¿qué relación tienen con la meteorología?
Cuando estamos en casa en absoluto silencio, algo suele pasar de noche. A veces escuchamos ruidos en forma de golpes o crujidos que vienen de otros sectores. ¿De qué se puede tratar?
A todos, en algún momento de nuestras vidas, nos ha dado miedo la oscuridad. Los más pequeños piden a sus papás que dejen una luz encendida. Los mayores, sobre todo después de ver una película de miedo en el cine, hacemos lo mismo. No hay quien vaya al baño sin encender cada una de las luces que nos encontramos por el camino.
El artículo de hoy trata sobre otro aspecto de nuestras casas que también suele producir bastante miedo. Son los ruidos fuertes y secos que se escuchan de vez en cuando y que siempre vienen de otro lado de la casa. Esto nos suele asustar y a veces pensamos irracionalmente que hay alguien, y si no es alguien, algún ser que hace crujir el parqué o toca algo de las estanterías.
Este curioso fenómeno se da especialmente en los meses de otoño y primavera. Sabiendo esto, y antes de leer el artículo completo, ya podemos llegar a la conclusión de que la meteorología tendrá algo que ver con estos ruidos que tanto nos desconciertan. ¿Qué los produce?
La culpa es del tiempo
Todos los materiales, en mayor o menor medida, sufren una dilatación cuando sube la temperatura y una contracción cuando baja. Cuando se produce un cambio de temperatura importante en poco tiempo, el contacto entre las distintas partes de las cosas que tenemos en casa puede producir este tipo de sonido. Es un ruido seco, pero fuerte. Cuando subimos la persiana y entra el sol de repente, podemos prestar atención y lo escucharemos.
Justamente, esta época del año suele caracterizarse por presentar una importante amplitud térmica diaria. Esta gran diferencia de temperatura hace que los materiales que tenemos en casa sufran diferencias en su tamaño, completamente invisibles a nuestros ojos, entre el día y la noche.
Y no solo la temperatura provoca estos cambios. También la humedad. Los suelos de muchas casas están cubiertos de parqué. La madera no solo se expande o contrae dependiendo de la temperatura, sino también de la humedad. Cuando la humedad es más alta, se expande. Para evitar que el suelo se levante por culpa de estas diferencias de tamaño, debajo de los zócalos se deja un espacio sin parqué antes de llegar a la pared que actúa a modo de junta de dilatación.
Juntas de dilatación en el exterior
Si somos observadores, nos daremos cuenta paseando por la calle que todo está lleno de juntas de dilatación. El exterior aún está más expuesto a las altas temperaturas de día y al frío de noche. Las veremos entre los bloques de edificios, por ejemplo, o si cruzamos un puente andando. En cada tramo de puente las podremos observar siempre cubiertas de algún tipo de material flexible.
Pero sin duda hay unas juntas de dilatación más famosas que el resto. Son las de las vías del tren, las responsables del famoso traqueteo que se escucha sobre todo cuando vamos a poca velocidad.
Entre los tramos de vía se tiene que dejar un pequeño espacio para que cuando la temperatura suba en verano, la dilatación que sufre cada tramo pueda ocupar ese lugar. Si no se dejara, los tramos se empujarían unos con otros y sucedería que la vía no iría recta, sino que tendría la forma de serpiente. Por cierto, una imagen que se ha visto más de una vez.