Las secuelas de la bomba de Hiroshima nos dan pistas sobre la formación del sistema solar
¿Dónde fueron a parar los edificios vaporizados por la bomba de Hiroshima? Casi 80 años después, esta pregunta nos ayuda a entender el origen del sistema solar.
En agosto de 1945, el mundo cambió para siempre. Casi 80 años más tarde, algunas huellas de la bomba nos ayudan a entender el origen del universo.
Un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad ha sido la Segunda Guerra Mundial, donde los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico.
Como resultado de ese empeño por ser los vencedores, en la mayor contienda bélica de la historia de la humanidad se registraron dos hechos de enorme repercusión que incluyeron la muerte masiva de civiles: el Holocausto y el uso, por primera vez, de armas nucleares.
Como eterno recordatorio del horror de la bomba quedan las ruinas de la Cúpula Genbaku o Cúpula de la Bomba Atómica, hoy renombrada Monumento de la Paz de Hiroshima. Pero otros restos, menos visibles, le están dando pistas a la ciencia para entender el proceso de formación del sistema solar.
¿A dónde fueron a parar los edificios?
Cuando Estados Unidos arrojó a Little Boy sobre Hiroshima en la mañana del 6 de agosto de 1945, esa ciudad se vio envuelta en una devastadora bola de fuego que mató instantáneamente a un estimado de 80.000 personas, volatilizando tierra e infraestructura.
Little Boy explotó a unos 580 metros sobre la ciudad, demasiado lejos de la superficie para dejar un cráter visible. La detonación fue tan intensa que la temperatura se elevó a más de 1.000.000 ºC dentro de la bola de fuego y superó los 6.200 ºC en el suelo (una temperatura mayor a la superficie del Sol), vaporizando materiales de construcción en segundos, en un radio de 3.6 kilómetros.
¿A dónde fueron parar los vidrios de las ventanas, los ladrillos de las casas, el cemento de los edificios, el asfalto de las calles que estaban segundos antes de la explosión?
En 2015, el geólogo Mario Wannier, tomó muestras de arenas de playas vecinas a Hiroshima y luego de analizarlas encontró una gran cantidad material extraño, muy diferente de las cuarcitas y feldespatos que forman el grueso de una playa. Al ser de formas redondeadas y vítreas, se trata de material que se genera a muy alta temperatura seguido de un enfriamiento muy rápido.
Wannier y su equipo determinaron que provenían del concreto, acero y vidrios que una vez formaron los edificios de Hiroshima, habían sido vaporizados en el calor extremo, antes de enfriarse y volver a caer a la Tierra como redondeadas cuentas de vidrio.
Nuevas pistas sobre el origen del sistema solar
Un nuevo análisis de los llamados “vidrios de Hiroshima” ha revelado cómo se formaron: por condensación dentro de la bola de fuego nuclear.
Un equipo de investigadores de la Universidad Paris Cité, liderado por el astroquímico Nathan Asset, analizó la composición química e isotópica de esos vidrios, encontrando similitudes con las condritas, meteoritos primitivos formados a partir del polvo interestelar y el gas nebular en el origen del sistema solar.
Estos primeros sólidos condensados, contienen muchos isótopos de oxígeno-16 (16O), el isótopo de oxígeno más abundante y representa el 99,762 % de la abundancia natural del oxígeno.
Los científicos piensan que estos isótopos de oxígeno-16 pueden haber sido producidos por radiación UV penetrando en la nube interestelar de gases de polvo a partir de la cual se formaron las primeras condritas de nuestro sistema solar primordial, o podrían haber sido producidos por mecanismos específicos cuando el material vaporizado se condensó en líquido antes de solidificarse aún más.
Una ciudad convertida en arena
Solo un pocos experimentos de laboratorio han probado esta segunda hipótesis, por lo que estudiar los cuatro tipos diferentes de “vidrios de Hiroshima” hallados en las playas cercanas podrían proporcionar nuevas pistas, señala Asset.
Químicamente, el vidrio de sílice se vería igual que los granos de arena de cuarzo que encontraría en cualquier playa, y el vidrio sódico-cálcico se parecía al vidrio hecho industrialmente. Sin embargo, los cuatro tipos de vidrio de Hiroshima tenían composiciones de isótopos de oxígeno y silicio muy particulares, dando a los investigadores una nueva forma de estudiar cómo posiblemente se formaron.
Si bien los investigadores también están intrigados por la posibilidad de mirar hacia los orígenes del sistema solar través de los vidrios de Hiroshima, reconocen que la presión, las temperaturas y las mezclas gaseosas difieren enormemente entre la bola de fuego de Hiroshima y el disco de acreción solar, donde se formaron por primera vez las condritas.
"A pesar de todas estas diferencias, los vidrios de Hiroshima podrían indicar un proceso similar al del origen del sistema solar", concluye el estudio.