Sismos y eclipses: ¿qué relación existe entre ellos?
Las civilizaciones antiguas asociaban a los eclipses con tragedias. La ciencia ha avanzado y el conocimiento derribó muchos mitos. Sin embargo, en la actualidad los científicos buscan aún si existe alguna relación entre la proximidad de un eclipse y la frecuencia o magnitud de los terremotos.
Todo lo que conocemos hoy sobre los eclipses, origen, observaciones, tipos, fechas exactas y sus consecuencias, es el fruto de cientos de años de investigación y trabajo científico. Pero cuando a nuestros antepasados les tocaba vivir esta experiencia (localmente poco frecuente y llamativa), surgía el miedo que es la principal respuesta del ser humano ante una situación desconocida.
Desde manifestaciones de sus deidades, hasta miles de mitos en torno a castigos divinos, desgracias y presagio de catástrofes mundiales, las civilizaciones pasadas trataban de buscar respuestas a lo que veían, porque desconocían su origen astronómico.
Gracias a que los científicos nunca se conforman con lo aprendido, siempre buscan descubrir y conocer más, ahora podemos explicar con extremo detalle el origen y algunos efectos del fenómeno natural de los eclipses (tanto de Sol como de Luna). Una de las investigaciones abiertas es si existe, o no, algún tipo de relación entre los eclipses y los terremotos. Veamos qué se sabe hasta el momento.
Sismos y eclipses: ¿podrían estar relacionados o es simple coincidencia?
Lo primero que tenemos para contarte es que, si bien luego del desarrollo de trabajos científicos que investigaron sobre posibles correlaciones entre estos dos fenómenos naturales, la primera respuesta es que no existe evidencia científica clara sobre la relación directa entre estos dos hechos naturales (por el momento).
La motivación por investigar esta conexión, ya sea para intentar derribar un mito o concluir en un gran hallazgo, es porque durante un eclipse el Sol, la Luna y la Tierra se encuentran perfectamente alineados y combinando sus fuerzas gravitacionales. Se sabe que la alineación de estos cuerpos celestes puede afectar a las mareas en la Tierra, y por lo tanto surge la inquietud de conocer si también afecta a la corteza terrestre, teniendo en cuenta que el núcleo externo de nuestro planeta aún se encuentra en estado líquido.
El espesor del núcleo externo, de unos 2270 kilómetros aproximadamente, está compuesto principalmente de hierro líquido y níquel. Su temperatura varía entre 4500-5500 °C. El metal líquido del núcleo externo tiene una viscosidad muy baja, lo que significa que es fácilmente deformable y maleable. En esta parte del interior de la Tierra tiene lugar una convección violenta, ya que el metal cambiante del núcleo externo crea y sostiene el campo magnético de la Tierra.
Si las fuerzas gravitacionales de la Luna y el Sol cuando están perfectamente alineadas con nuestro planeta trabajan juntas sobre él, no sería tan descabellado pensar en una presión adicional en las zonas de subducción de las placas tectónicas. Si esta presión superara la resistencia entre dos placas tectónicas, ¿podría desencadenar un terremoto?
Las fases lunares y los terremotos
Dejemos por un instante el caso específico de los terremotos solo durante un eclipse, y vayamos al estudio del fenómeno lunar-sísmico. Si bien parece intuitivo por lo que te contamos anteriormente, las pruebas científicas que avalen esta hipótesis han sido escasas.
Sin embargo, Whitten (1970), observó que la energía sísmica tendía a variar con los rangos de posición de la Luna en función del perigeo, que es el punto orbital de la Luna en que se haya más cercano a la Tierra. Además, concluyó que esta liberación de energía se maximizaba cuando la Luna se alinea con el plano de la línea perifocal del conjunto Sol-Tierra.
Los trabajos posteriores de Johnston & Mauk (1972) y Bostrom (1971), permitieron un importante avance en la búsqueda de patrones en el fenómeno, basados netamente en análisis estadísticos. Recordemos que aún se encuentran en proceso de evaluación, debido a los escases de posibilidades que permitan la verificación de la hipótesis.
En 2008 los científicos K. Ohta, J. Izutsu, K. Furukawa, M. Hayakawa del Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad de Chofu, en Tokyo, junto con otros Departamentos de Electrónica y Telecomunicaciones de diversas universidades japonesas, analizaron las fases lunares y las mareas asociadas dos semanas antes de terremotos significativos.
Plasmaron los resultados en este estudio y encontraron una correlación estadísticamente significativa entre la amplitud de las mareas y los grandes terremotos estudiados: Chi-Chi en 1999 (M7.6) en Taiwan, Mid-Niigata en 2004 (M6.8) y Noto-Hantou en 2007 (M6.9) en Japón.
Se presentaron evidencia estadística referenciales de la relación lunar-sísmica. Los resultados obtenidos del análisis no son concluyentes de que el fenómeno es comprobado, pero será muy útil para continuar la profundización de la teoría.
Por otro lado, una investigación del Departamento de Astronomía de la Beijing Normal University, también encontró una correlación positiva entre las mareas y terremotos de gran magnitud en Taiwán. Fue publicado en Earth, Moon, and Planets, encontró una correlación positiva en 21 terremotos de gran magnitud (>7.0) en el área de Taiwán y la fuerza de las mareas asociadas al Sol y la Luna.
La teoría del “terremoto lunar”
Jim Berkland, un geólogo retirado del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), propuso por primera vez la teoría del terremoto lunar. Su investigación se basó en la coincidencia de datos de eclipses y terremotos.
El método de Berkland para predecir terremotos se basa principalmente en la idea de que donde las fuerzas tectónicas han llevado la roca al borde de la falla, los terremotos pueden ser provocados por las fuerzas de marea inducidas por el Sol y la Luna, especialmente cuando son mayores, es decir, en los puntos de sizigia orbital (alineación de tres o más cuerpos celestes), correspondiente en este caso a la Luna nueva y la Luna llena.
Una evaluación específica de los terremotos en el área de la Bahía de San Francisco (realizada por el USGS en 1980 a pedido de Berkland) mostró una ligera deficiencia de terremotos durante las "ventanas sísmicas" de Berkland. Aunque esa deficiencia se consideró estadísticamente insignificante, la conclusión general fue que "la teoría de la ventana sísmica falla como método confiable de predicción de terremotos".
Por lo tanto, aunque la relación entre sismos y eclipses sigue siendo objeto de debate, la evidencia científica sugiere que existe una posible conexión, pero aún no está clara ni contamos con una evidencia científica directa e inequívoca. Debemos recordar que la geología es un campo complejo y multifacético, los terremotos son el resultado de una interacción compleja de factores geológicos que se deben seguir estudiando.