Terraplanistas, o cómo hacer un dogma de un disparate
Las civilizaciones antiguas pensaban que la Tierra era un gran disco rodeado por un enorme cuerpo de agua y sostenido sobre una tortuga gigante, cuatro elefantes o doce columnas. Pese a que la ciencia ha demostrado que el planeta no es plano, aún hay gente que lo cree.
Desde los inicios del conocimiento empírico, aquel que nace de la observación y la experimentación, el terraplanismo ha sido considerado una teoría menor a la que no se puede tomar en serio.
Sin embargo, en los últimos años se ha podido observar un resurgir de esta teoría, la que un grupo minúsculo de personas ha transformado en dogma, es decir que da por cierta sin mayor fundamento, y que no puede ponerse en duda.
Lamentablemente para ellos, existen incontables pruebas de que la Tierra es redonda, pero ninguna evidencia de que la Tierra sea plana.
El ladrón más tonto del mundo
En 1995, un hombre entró en un banco de Pittsburgh, al NE de los Estados Unidos. Se dirigió a la caja, y sin pretender ocultarse de las cámaras de seguridad, apuntó con un arma a los cajeros y les exigió que le dieran todo el dinero. El mismo día, unas horas más tarde, robó un segundo banco con la misma modalidad.
Lo llamativo del caso es que en ninguna de las dos ocasiones el asaltante llevaba máscara.
A la noche, la imagen del asaltante solitario estuvo en todos los televisores de la ciudad, y en menos de una hora la policía identificó y detuvo a McArthur Wheeler, quien no podía creer que lo hubieran atrapado.
Sólo atinó a repetir incontables veces: “¡Pero me puse el jugo!”.
Una vez en la comisaría, Wheeler le dijo a la policía que no podía entender cómo las cámaras de seguridad habían capturado su imagen, ya que se había untado jugo de limón en la cara para hacerse invisible. Tras los análisis de rigor, la policía comprobó que Wheeler no estaba bajo los efectos de alcohol o drogas, sino que era absolutamente consciente de lo que había hecho.
Wheeler debió haber recordado usar limón como tinta invisible en la secundaria. Asaltar un banco de esa manera no fue una decisión a las apuradas, ya que planificó y experimentó en su casa: se puso limón en la cara y se sacó una selfie con una Polaroid. El limón en sus ojos le produjo irritación y no pudo ver claramente su rostro en su foto, o la foto estaba fuera de foco. Sea cual fuere el motivo, él estaba seguro que el método funcionaba. Inmediatamente puso manos a la obra y fue al banco, con la cara descubierta y entró sonriendo a las cámaras de seguridad.
Efecto Dunning Krugger (o hablemos sin saber)
Este caso motivó a dos psicólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, Justin Krugger y David Dunning, a estudiar el comportamiento de Wheeler y tratar de encontrarle sentido a su accionar.
En 1990 describieron un sesgo cognitivo por el cual las personas con escasa formación en un campo determinado, se consideran con más conocimiento que otros. Y cuanto menor es esa capacidad, mayor es la sobreestimación de sus competencias.
El efecto Dunning Krugger, tal como se lo conoce, relaciona la estupidez con la vanidad, haciendo que un incompetente gane confianza y haga o diga cosas que rozan lo ridículo. Y ese sesgo se basa en dos principios:
- Los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades.
- Los individuos incompetentes no pueden reconocer las verdaderas habilidades en otros.
Y este es un síntoma que pudimos ver con frecuencia durante la pandemia, pero del cual los terraplanistas hacen gala. Inclusive hasta se sacrifican por el dogma, como Mike Hughes.
El terraplanista que dio la vida por la teoría
Mike Hughes, era un terraplanista acérrimo. Y quería demostrar que esta teoría era cierta… ¡mediante un vuelo de cohete!
Por lo que sabemos, Mike, de 64 años, no recurrió a Elon Musk, Jeff Bezos, a la NASA o a experimentados ingenieros aeroespaciales. Hughes, con el “soporte científico de foros de internet y YouTube” y algunos asistentes, construyó un cohete casero en su patio trasero, gastando alrededor de US$18.000. La nave utilizaba vapor expulsado a través de una boquilla para propulsión.
Ya había experimentado con cohetes en otras ocasiones. Su primer vuelo fue en 2014, alcanzó 400 m de altura, pero el golpe del aterrizaje le provocó lesiones que lo obligaron a usar andador por semanas.
El 22 de febrero de 2020 era el día en que probaría que la tierra era plana y vería el espacio con sus propios ojos, ya que estaba convencido que el ser humano no había volado al espacio, que las misiones espaciales eran una puesta en escena.
Lamentablemente para Hughes, el artefacto falló y murió. La inconsciencia de su acción y tontería de su proyecto quedó registrada en video. Lo que no tenemos registrado es si en algún momento se percató de la inutilidad de mantener su dogma terraplanista, en contra de lo que indica la ciencia.
La Tierra no es plana (¿hace falta decirlo?)
Hace siglos que disponemos de evidencia indirecta que confirma que la Tierra no es plana.
Con el advenimiento de la fotografía primero, la aviación y los vuelos espaciales después, pudimos alcanzar altitudes que permitieron obtener pruebas tangibles de que la Tierra es esférica.
En mayo de 1931, la revista National Geographic detalló como en esa fotografía se distinguían los Andes a 460 km de distancia sobre el horizonte, marcado por la línea horizontal blanca en la fotografía. Sólo la curvatura de la Tierra puede explicar este fenómeno. Si bien el efecto es sutil ya que la imagen abarca solo 1/360 de la circunferencia terrestre, es suficiente para derrumbar cualquier otra teoría en contrario.
Y por otro lado, si la Tierra es plana y se apoya sobre cuatro elefantes... ¿quién les da de comer?