“Veni, vidi, vici”: la “hormiga argentina” conquista el mundo

Se han adueñado del planeta, con la única excepción del continente Antártico. Las hormigas argentinas son reconocidas como el organismo depredador más grande del mundo.

Linepithema humile
La hormiga argentina (Linepithema humile) es una especie nativa del noreste de la Argentina, Paraguay, Bolivia, Uruguay y el sur de Brasil pero se ha expandido a todos los continentes

Una de las especies que más contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas, son las hormigas, ya que colaboran en la aeración y a la incorporación de nutrientes del suelo, en la descomposición de la materia orgánica, en la dispersión de semillas e incluso en la polinización de algunas plantas. Si estas desaparecieran, los suelos serían menos fértiles, muchas plantas quedarían desprotegidas y numerosas especies animales perderían su principal fuente de alimento… y probablemente los humanos no estaríamos aquí.

Son más de 13.500 las especies conocidas de hormigas y, según un reciente estudio, se estima que en nuestro planeta hay 20 cuatrillones de hormigas, que pesan más que todas las aves y los mamíferos juntos.

De esas 13.500 especies, hay una llamada Linepithema humile, más conocida con el nombre de “hormiga argentina”, la conquistadora del mundo.

De Argentina al mundo

Sudamérica es la cuna de la mayoría de las hormigas invasoras del planeta, con más de 40 especies que salieron del continente. Entre ellas, cinco migraron desde Argentina y hoy son conocidas en todos los continentes con la única excepción de la Antártida, y por motivos lógicos: son seres ectotermos, lo que significa que su temperatura corporal varía con la temperatura ambiental. Esta cualidad también puede alterar la capacidad de adaptación, en un clima cambiante.

Probablemente esta invasión silenciosa haya tenido su origen en un par de “polizones” escondidos en la bodega de un barco que salió de Buenos Aires a principios del siglo XX para arribar a la costa europea y fundar la mayor colonia hoy conocida. Esta inmensa población de hormigas, se reconoce como el mayor organismo depredador que jamás haya existido, y su hormiguero se extiende desde Galicia, en España, hasta Génova, en Italia, bordeando toda la Costa Atlántica y Mediterránea, con una longitud de 6.000 km. Y es sólo uno de los casos conocidos.

Durante los últimos 150 años las hormigas argentinas rompieron todas las barreras y fronteras conocidas, gracias a un cambio de comportamiento bastante particular: las colonias de hormigas que viven en Argentina, luchan entre sí por los recursos y el espacio, manteniendo un equilibrio biológico, regulándose. Pero las mismas hormigas, y por motivos que la ciencia aún no ha podido determinar, fuera de su territorio de origen son cooperativas. Una supercolonia de la hormiga argentina en Argentina, puede extenderse por 30 cuadras. Pero en California, una sola de estas construcciones se extiende por 900 kilómetros, o la anteriormente mencionada supercolonia del litoral europeo de 6.000 kilómetros.

Es que fuera del territorio de origen, todos los hormigueros de la especie argentina se reconocen como si fueran del mismo hormiguero.

Las especies “gauchas” invasoras

Las hormigas autóctonas de Argentina, son reconocidas a nivel global por su capacidad de daño, y tres de las cinco más invasoras (la hormiga argentina, Linepithema humile; la hormiga de fuego roja, Solenopsis invicta y la pequeña hormiga de fuego, Wasmannia auropunctata), se encuentran en la lista de las cien especies exóticas más dañinas para el hombre, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Rostro hormiga
Una imagen ampliada de la cabeza de una hormiga. A primera vista, dos ojos malévolos y brillantes parecen mirar fijamente desde el rostro abollado y estriado, mientras que una línea de dientes amarillos como agujas ocupa la parte inferior de la cabeza por encima de una mandíbula alienígena. Pero es todo producto de nuestra mente, un fenómeno conocido como pareidolia.

Esas tres, más la hormiga de fuego negra -Solenopsis ritcheri- y la hormiga cabezona de Sudamérica -Pheidole obscurithorax-, además de ser criaturas muy invasivas, causan daños irreversibles en los ecosistemas, afectando principalmente a otros insectos y a otras especies de hormigas. La pequeña hormiga de fuego, además de desplazar a organismos nativos, genera picaduras molestas e incluso puede causar ceguera en animales domésticos como gatos y perros. En las Islas Galápagos, ataca los ojos y la cloaca de las tortugas adultas y se come sus crías. En África Central, afecta los ojos de los elefantes. Y tienen increíbles capacidades de supervivencia: la pequeña hormiga de fuego, se introdujo con éxito en la región mediterránea de Israel, que es básicamente un desierto.

Acostumbradas a enfrentarse con otras especies agresivas, las hormigas argentinas fueron mejorando sus estrategias de supervivencia, evolucionando hasta transformarse en superhormigas. Ante la ausencia de competidores fuertes en los nuevos territorios, estos pequeños guerreros son capaces de invadir nuevas tierras donde encuentran el camino libre para conquistarlo todo a su paso.