Vivir cerca de espacios verdes puede hacernos más jóvenes
El contacto con la naturaleza es bueno para la salud física y mental. Ahora, un estudio encontró que vivir cerca de áreas verdes puede tener un efecto rejuvenecedor en el organismo.
Los espacios verdes son esenciales para la salud y la calidad de vida. Ayudan a reducir los niveles de contaminación, de calor y de ruido. Son lugares para el ejercicio, la recreación y la interacción social. Como si todo esto fuera poco, ahora hay nueva evidencia
Así lo afirma un estudio reciente de la Universidad de Northwestern, que se propuso observar si vivir cerca de espacios verdes, puede afectar la forma en que nuestros cuerpos envejecen.
El estudio, que se publicó en Science, es el más extenso jamás realizado. Involucró a 900 personas, durante 20 años, en 4 ciudades estadounidenses: Birmingham, Chicago, Minneapolis y Oakland.
Es el primero en investigar el efecto de la exposición a largo plazo en los espacios verdes urbanos (monitoreados con imágenes satelitales) y el envejecimiento biológico, utilizando la edad epigenética basada en la metilación del ADN.
"Nuestro estudio destaca que el entorno natural, como los espacios verdes, afecta su salud a nivel molecular (cambios en la metilación del ADN), que se detectó en la sangre", dijo el autor principal, el Dr. Lifang Hou, profesor de medicina preventiva.
La edad cronológica versus la edad de los genes
La edad epigenética se refiere a los cambios químicos que ocurren en nuestro ADN. Es como un marcador biológico que nos dice qué tan envejecidos somos desde un punto de vista molecular. Los cambios epigenéticos pueden deberse a nuestros consumos, estilo de vida, y también a nuestra herencia genética.
La edad epigenética se calcula en función de la metilación del ADN, que es un proceso que implica la adición de un grupo metilo a una base de citosina en el ADN. Los patrones de metilación del ADN cambian con el tiempo y pueden usarse como biomarcadores del envejecimiento.
Es decir, nuestra edad en términos de cómo estamos realmente envejeciendo en lugar de cuántos años hemos vivido. Esto se debe a que refleja los efectos acumulativos de factores ambientales y genéticos en nuestro cuerpo a lo largo del tiempo.
Resultados dispares y futuras implicancias
Los beneficios de los espacios verdes no fueron iguales para todos los participantes. El estudio encontró que la asociación entre el verdor urbano y el envejecimiento epigenético variaba según la raza.
Específicamente, la exposición a los espacios verdes se asociaba con un envejecimiento epigenético más lento, pero este efecto era más fuerte en las personas blancas y en las que vivían en barrios con un nivel socioeconómico más alto.
Los autores sugieren que una posible explicación de estos hallazgos es que las personas de raza negra pueden estar más expuestas a factores de estrés ambiental que podrían contrarrestar los beneficios de los espacios verdes.
En este sentido, destacan la necesidad de más investigación para indagar en el papel de los factores sociales en la salud, en relación con el entorno circundante y el envejecimiento saludable.
Otros estudios han investigado la distribución desigual de espacios verdes dentro de las ciudades y las desventajas para una parte importante de la población. En general, los sectores más desfavorecidos suelen contar con menos espacios verdes y carecen de los beneficios asociados a ellos.
Algunos ingenieros forestales urbanos abogan por la ley 3-30-300, que indica que cada persona debería poder ver al menos 3 árboles desde su casa; que cada barrio debería contar con un 30% de cobertura de árboles; y que cada persona debería vivir a 300 metros de una plaza o parque. Esta es una propuesta del ingeniero forestal Cecil Konijnendijk, de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud recomienda que los espacios verdes, de al menos 0,5 hectáreas, deben ser accesibles para cualquier persona, dentro de una distancia lineal de no más de 300 metros de su casa.