El viento que todo empuja
El viento es uno de los factores meteorológicos que más condiciona la vida humana en la Tierra. Te contamos cómo se origina y de qué factores depende.
El viento se define tan sencillamente como aire en movimiento. Puede estar ausente en una noche fría de invierno en el campo, o puede ser el protagonista central en el rápido avance de una severa tormenta por alguna ciudad.
Lo primero que hay que decir es que este movimiento de aire puede ser horizontal o vertical. En el último caso, suele ser relevante sólo en fenómenos de pequeña escala espacial como una brisa costera o una tormenta. El movimiento de aire horizontal, en cambio, se da alrededor de la Tierra en escalas de los cientos a miles de kilómetros, intentando compensar diferencias de presión o temperatura.
Estas diferencias de presión o temperatura se originan alrededor de la Tierra por el desigual calentamiento que existe entre los polos y el ecuador. En las latitudes tropicales, típicamente se favorece el ascenso de aire cálido y menos denso cuyo espacio dejado será ocupado por masas de aire más frías y densas que llegan desde latitudes más altas.
Dirección e intensidad
La dirección de los vientos está determinada por la posición y el desplazamiento que presentan los sistemas de presión (altas y bajas presiones) alrededor del mundo. El aire siempre intentará ocupar los lugares con menor presión, por eso, el viento teórico se mueve desde las altas presiones a las bajas presiones.
Más aún, la diferencia de presión que existe entre dos puntos es directamente proporcional a la intensidad del viento generado. Cuanto mayor sea esta diferencia de presión entre dos lugares, mayor será la intensidad con la que va a soplar el viento.
La teoría contada hasta aquí no termina de ser completa si no sumamos a dos actores principales que también darán su aporte para entender cómo se mueven los vientos entre los sistemas de presión.
La rotación de la Tierra y la fricción superficial
Debido a que nuestro planeta rota, se produce una fuerza llamada Coriolis que incide sobre el movimiento del aire en la atmósfera. Es una fuerza que actúa en forma perpendicular a la dirección de movimiento, desviando las masas de aire durante su desplazamiento.
En nuestro hemisferio sur, el aire que se desplaza de sur a norte sufrirá durante su trayecto un desvío hacia el oeste, en tanto que las masas de aire que avanzan de norte a sur se desviarán cierto grado hacia el este. En resumen, esta fuerza desvía la trayectoria siempre hacia la izquierda en nuestro hemisferio, en tanto que lo hace hacia la derecha en el hemisferio norte.
Considerando ahora esta fuerza debida a la rotación, la resultante de las fuerzas hace que en realidad el viento no sople de altas a bajas presiones sino que lo haga en forma paralela a dos líneas de igual presión.
El otro elemento que debemos considerar es la fricción que los distintos elementos de la superficie de la Tierra producen sobre el aire en movimiento. Esto efecto suele ser significativo por debajo de los 1500m de altura, pero despreciable en los niveles más altos.
La fricción tiende a desviar las trayectorias siempre hacia las bajas presiones, y gracias a ella es que finalmente se producen las convergencias de aire en niveles cercanos a la superficie en las zonas de bajas presiones. Esta convergencia de aire sobre una región es la que favorecerá luego un movimiento vertical de ascenso de aire para compensar las divergencias producidas en niveles más altos. Si las condiciones son propicias, durante este ascenso de aire se formarán nubes que luego darán inicio a la etapa de la precipitación.